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((**Es9.231**) Ahora bien, el que sucribe declara que personalmente vio crecer y formarse esta Sociedad, vio las Reglas y vio el resultado. Vio que con la observancia de estas Reglas se mantuvo constantemente en ella el espíritu de obediencia, sumisión, humildad, piedad, concordia, paz y caridad. Encontró siempre en los miembros que forman esta Sociedad una sola mente y un solo corazón. Vio, como por milagro, surgir en el seno de la misma una iglesia colosal, maravilla de quien la contempla, y que, edificada con el coste de más de medio millón de liras por unos sacerdotes que nada poseen, es un milagro que demuestra cómo Dios bendice esta Sociedad. Por tanto, lo menos que puede hacer el que suscribe es desear que esta Sociedad, junto con sus Reglas, sea aprobada por su Santidad y elevada al rango de Orden Religiosa, confiando que de ello nacerá un gran bien para las almas, el clero, la Iglesia en general, y más especialmente para la juventud, la cual necesita, hoy más que nunca, óptimos educadores; y por consiguiente, Ordenes religiosas que se cuiden de ello, con el espíritu de caridad, discreción y paciencia con el que, desde hace muchos años, se cuida la Sociedad fundada y dirigida por dicho señor don Juan Bosco. ((**It9.239**)) El que suscribe pasa a declararse con el más profundo respeto y besando humildemente su sagrada púrpura. De V. E. Rvma. Atento y seguro servidor >> LORENZO, Obispo de Saluzzo También el Arzobispo de Pisa envió su carta Comendaticia directamente a Roma; pero no hemos podido encontrar copia de ella. (**Es9.231**))
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