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((**Es9.230**) Sociedad Salesiana, a la par de la educación de los jóvenes pobres y abandonados en los Oratorios Festivos y en las escuelas de Artes y Oficios, el preparar nuevos reclutas para los seminarios en nuestros colegios, con escuelas de bachillerato; pero don Bosco no pensó jamás en suplantar a los seminarios. Sin embargo, algunos interpretaban mal esta su caridad providencial, la cual, en aquellos años, se extendió también por su celo, al tiempo de los estudios filosóficos y teológicos, a fin de que las diócesis del Piamonte estuviesen provistas de clero instruido y ejemplar, cuando los seminarios diocesanos estaban cerrados. Muy distinto era, sin embargo, el juicio que daba de don Bosco y de la Pía Sociedad Salesiana quien como monseñor Lorenzo Gastaldi, Obispo de Saluzzo, estaba más al corriente de su espíritu. A su Eminencia Reverendísima el Cardenal Prefecto de la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares. Saluzzo, 25 de mayo de 1868 Eminentísimo Señor: Yo, el abajo firmante, declaro tener pleno conocimiento del Instituto fundado y dirigido por el M. R. señor don Juan Bosco, natural de Castelnuovo, diócesis de Turín, porque yo mismo he visto con mis ojos nacer y progresar este Instituto y he contemplado sus preciosos frutos de doctrina y virtudes cristianas. Dicho Instituto, en su casa principal de Turín y en los ((**It9.238**)) Oratorios por él fundados y dirigidos, representa literalmente el mismo espectáculo de piedad que ofrecían en Roma los oratorios abiertos por San Felipe. El número prodigioso de muchachos que acuden a estos oratorios, la actitud y disposición que en ellos adquieren para la piedad y todas las prácticas cristianas, la perseverancia en el espíritu cristiano, que los muchachos conservan después de salidos, el afecto singular que demuestran y guardan a don Bosco y a sus compañeros en el sacerdocio, después de mucho tiempo de haber dejado los oratorios, demuestran y prueban hasta la evidencia, que Dios misericordioso derrama en ellos sobreabundantemente sus bendiciones, y que allí hay una misión particular de provecho para la juventud. Esta bendición es evidente también por las vocaciones al estado eclesiástico que allí se han despertado; lo cual ha dado lugar a que desde el 1848 a 1863, tiempo en el que el seminario arzobispal de Turín estuvo cerrado, el Oratorio de don Bosco, que en su colegio internado cuenta cerca de ochocientos alumnos, atendió y educó a los seminaristas de la diócesis de Turín; por lo que S. E. Monseñor Fransoni manifestaba al abajo firmante sus complacencias, mientras gemía en su exilio de Lyon donde era visitado por el que suscribe. Mas don Bosco no hubiera podido hacer más que una mínima parte de tanto bien, de no haberse asociado a tiempo con unos compañeros, y si no hubiera formado una sociedad de clérigos y sacerdotes que, bajo su dirección, ejercitaran la caridad con los muchachos arriba mencionados. (**Es9.230**))
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