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((**Es9.190**) Mientras tanto, ya que yo no pueda, ni con mi pluma ni con mi ingenio, defender a nuestro amadísimo Padre Pío IX, me conformo defendiéndole por ahora con mis oraciones y mis lágrimas. Le ofrezco mis humildes saludos y con la más profunda veneración, celebro suscribirme, etc. JUAN BONETTI, Pbro. Nuestro queridísimo hermano escribió también una carta a otro periodista, que nosotros creemos fuera el teólogo Margotti; en el borrador no consta ningún nombre. ...Seré breve para no robar su tiempo. Vuestra Señoría haga de esta mía el caso que le plazca en el Señor. Creo yo que haría V. S. una obra santa si reuniese en un artículo a propósito todas las culpas y delitos del cardenal Jerónimo De Andrea y los comparase con las defensas que él intentó hacer sofisticadamente en su insidiosa y muy injuriosa Apelación al Papa, poco ha publicada en su prestigioso diario. De este modo el lector podría rápidamente, y casi en un abrir y cerrar de ojos, advertir las ofensas de esa desgraciada Eminencia, que cual nuevo Lucifer cayó desde las estrellas y de modo tan escandaloso se deshonró a sí mismo y a la Iglesia en estos días ya tan desgraciados para él. Si aún viviera san Juan, no dudaría en llamarlo primogénito de Satanás. Bien es verdad que se puede recurrir al Breve del 12 de junio, pero no todos pueden hacerlo; hay, pues, peligro de que en la mente de algún incauto queden algunas malas impresiones producidas por la lectura de esas cartas escandalosas. íQué amargado debe estar el Santo Padre! íEs lo que le faltaba para convertirse en el hombre de los dolores! Por eso, cuánto agradecerá todo corazón bien nacido que se le proporcione, en estos días, una reparación digna por parte de aquellos sus queridos hijos que detestan la impía ((**It9.191**)) ingratitud de ese traidor. >>No sería lo más propio una carta muy afectuosa, en forma de mensaje, firmada por el Clero Italiano? Piénselo V. S. y haga según su prudencia y el celo intrépido que tanto le distingue actualmente en defensa de la Iglesia y del Santo Padre. Por lo demás, yo quedo satisfecho por haber expuesto en esta mía un piadoso deseo y por haber desahogado un poco el vivo dolor que sentí al leer las injurias lanzadas contra el Padre Santo a quien tanto quiero. No Pudiendo, como V. S., defenderle con la pluma, le defiendo como puedo con las oraciones. Perdone mi molestia. En el mes de septiembre de 1866 dirigió una tercera carta al mismo cardenal De Andrea. Eminencia: Levantad los ojos al cielo, alegrad vuestro corazón. íAh, sí! Las delicias, las alegrías purísimas de la bienaventuranza os decidan a poner bajo vuestros pies la gloria fugaz de este mundo. Eminencia, yo os quiero y este corazón mío me hace temer que hayáis ofendido (**Es9.190**))
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