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((**Es9.188**) otra carta, con fecha 9 de mayo, en la que declaraba que las cartas de su hermano, publicadas por la Unidad Católica, pidiendo perdón al Papa y al Prepósito General de los Jesuitas, habían sido escritas sin su consentimiento y, por tanto, entendía llamarlo a responder ante la ley. En fin, el Padre Santo pidió su parecer al Sacro Colegio respecto a las medidas a tomar en tan doloroso trance. Y el Sacro Colegio respondió que se debía privar al Cardenal de su Obispado, si no volvía cuanto antes ((**It9.188**)) a su diócesis, en la que no había puesto los pies hacía dos años. En consecuencia, el Papa, con un Breve del 12 de junio de 1866, relevaba a De Andrea del obispado de Sabina y de la Abadía de Subiaco, y nombraba Administrador Apostólico de Sabina al obispo monseñor Pettinari; reprendía al Cardenal por su comportamiento, la obstinada desobediencia, las injurias contra Eminentísimos Colegas y contra Obispos dignos de todo respeto; se dolía de que no hubiera hecho caso de las paternales cartas que le había escrito de su puño y letra para inducirle a volver sobre sí mismo y arrepentirse del escándalo dado a la Iglesia, y le ordenaba, finalmente, que no se atreviera, ni privada ni públicamente, a ejercer la mínima parte de su ministerio y de su administración en la diócesis de Sabina y en la Abadía de Subiaco. El 28 de junio protestaba el Cardenal contra el Breve Pontificio con cartas sediciosas a sus diocesanos, declarando que consideraba nulo aquel Breve, totalmente nulo e inválido a todo efecto canónico, y que apelaba <>. El Gobierno, por su lado, decidía no otorgar, por cuanto a él tocaba, el Exequatur al antedicho Breve. Y caía De Andrea en peores excesos. El 22 de julio anunciaba la Unidad Católica una carta suya de apelación al Papa, fechada el 6 de julio, publicada sin pie de imprenta. Era una carta larguísima, plagada de los grandes elogios que De Andrea hacía de sí mismo y de su administración, de vulgares insultos contra el episcopado y especialmente contra el Sacro Colegio y de injurias gravísimas al Papa, mezcladas con protestas de respeto. El teólogo Margotti daba una breve noticia de ella con mordaces comentarios y el Cardenal le iritimaba el 24 de julio a que publicase íntegra su Apelación al Papa, en nombre de la ley; así que Margotti tuvo que obedecer, mientras la Autoridad Civil la fijaba en la pared en Magliano y el Ministerio negaba el Exequatur al Administrador Apostólico de Sabina. (**Es9.188**))
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