Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es9.187**) Mientras tanto obtuvo del Príncipe heredero una audiencia, que casi duró una hora, recibió visitas del mismo y del Duque de Aosta; y, vestido de la púrpura cardenalicia, acudía a las fiestas de la corte y a los bailes organizados en casa del gobernador Gualterio, enemigo declarado del Gobierno Pontificio. El Papa se había portado muy indulgentemente y hasta le había defendido. En 1865, al oír nuevas quejas de él, tuvo que decir: -Vosotros os informáis en fuentes turbias. Este Cardenal me proporcionó muchos disgustos, con su debilidad; pero no creo que en el fondo, in intimo corde, sea malo. No puedo suponer que quien comió en el mismo plato conmigo, pretenda ahora traicionarme. Dadle tiempo para pensar y hacer penitencia; no le insistáis; los peores son los hipócritas. <<... No deis crédito a cuanto escriben los diarios perversos. Pero creed que cuanto más alto está el hombre, ((**It9.187**)) tanto más bajo cae, si no le sostiene la gracia de Dios. Roguemos por el cardenal De Andrea y confiemos, pero no me volváis a hablar de él mientras no sepáis algo consolador>>. En vano esperaba el Pontífice tal consuelo. El 23 de marzo de 1866 publicaba el periódico Lo Stivale de Nápoles otra carta del cardenal De Andrea al cardenal Mattei, Decano del Sacro Colegio, en la que decía atrocidades contra los cardenales Antonelli y Caterini, y contra los prelados Giannelli, Berardi, Svegliati y Quaglia, lanzando cerisuras a manos llenas sobre la Curia Romana. El marqués Francisco Javier De Andrea, hermano del Cardenal, publicó dos dignísimas cartas dirigidas, una al Papa y otra al Prepósito General de los padres Jesuitas, con fecha del 23 y del 24 de abril, pidiendo perdón por su hermano, <>. La Unidad Católica reprodujo estas cartas y el 7 de mayo recibió el agradecimiento del Marqués, que el mismo diario publicaba el día 13. Entonces el Cardenal intimó al teólogo Margotti, en términos legales, a que publicara una extensa respuesta suya a las cartas publicadas por su hermano. Decía en ella: que el Marqués era un misántropo, que dos o tres granujas se habían apoderado de su conciencia y le habían obligado a escribir las citadas cartas; que los Jesuitas habían logrado crear la desaveniencia entre los hermanos; que el Papa se hallaba bajo el pesado yugo jesuístico, etc. No satisfecho con esto, había publicado en el Diario de Nápoles (**Es9.187**))
<Anterior: 9. 186><Siguiente: 9. 188>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com