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((**Es9.163**) soberbia, ocio, gula, envidia, ira, espíritu de venganza, blasfemia, gión, desobediencia, sacrilegio, hurto. El guía me hizo observar: -No todos están ahora como los ves, pero llegarán a estarlo si no cambian de conducta. Muchos de estos pecados no son graves de por sí, pero son causa y principio de caídas terribles y de eterna perdición. Qui spernit modica, paulatim decidet. (Quien desprecia lo pequeño, poco a poco sucumbe). La gula engendra la impureza; el desprecio a los superiores conduce al menosprecio de los sacerdotes y de la Iglesia; y así sucesivamente. Desconsolado a la vista de aquel espectáculo tomé la libreta, saqué el lápiz para anotar los nombres de los jóvenes que me eran conocidos y sus pecados o al menos la pasión dominante de cada uno, para avisarles e inducirles a que se corrigiesen. Pero el guía me tomó por el brazo y me preguntó: ->>Qué haces? ((**It9.160**)) -Voy a anotar lo que veo escrito en su frente, para poderles avisar y que se corrijan. -Eso no te está permitido, respondió el amigo. ->>Por qué? -No faltan los medios para verse libres de estas enfermedades. Tienen el reglamento: que lo observen; tienen a los superiores: que les obedezcan; tienen los Sacramentos: que los frecuenten. Tienen la confesión: que no la profanen callando pecados. Tienen la Sagrada Comunión: que no la reciban con el alma manchada por el pecado mortal. Que vigilen sus miradas, que huyan de los malos compañeros, que se abstengan de las malas lecturas y de las conversaciones inconvenientes, etc. Están en esta casa y el reglamento los puede salvar. Cuando oigan la campana, que obedezcan prontamente. Que no se valgan de subterfugios para engañar a los maestros y entregarse al ocio. Que no sacudan el yugo de los superiores, considerándolos como vigilantes importunos, como consejeros interesados, como enemigos, y que no canten victoria cuando consiguen encubrir sus faltas consiguiendo la impunidad de las mismas. Que sean respetuosos y que recen de buena gana en la iglesia y en los demás lugares destinados a la oración sin distraer a los demás ni charlar. Que estudien en el estudio; que trabajen en el taller y que observen una compostura decente. Estudio, trabajo y oración; he aquí lo que les conservará buenos, etc. A pesar de la negativa, continué rogando insistentemente a mi guía que me dejase escribir los nombres. Entonces él me arrebató resueltamente el cuaderno de las manos y lo arrojó al suelo diciendo: -Te digo que no hace falta que los escribas. Tus jóvenes, pueden saber lo que deben hacer y evitar con la gracia de Dios y la voz de la conciencia. -Entonces, dije, >>no puedo manifestarles nada de todo esto? Dime al menos lo que les debo decir; qué avisos he de darles. Podrás decirles lo que recuerdes y desees. Y dejó caer el velo. Nuevamente apareció ante nuestros ojos la vid, cuyos sarmientos, casi desprovistos de hojas, ofrecían una hermosa uva rubicunda y madura. Me acerqué, observé atentamente los racimos y vi que en realidad eran como me habían parecido a distancia. Daba gusto contemplarlos, causaban verdadero placer a la vista. Esparcían alrededor una fragancia exquisita. El amigo levantó inmediatamente el velo. Bajo el extenso emparrado había muchos de los jóvenes que estuvieron, están y estarán con nosotros. Sus rostros eran muy bellos y estaban radiantes de felicidad. (**Es9.163**))
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