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((**Es8.84**) -Don Bosco está firme en su decisión. Todos se retiraron a su celda pensando qué partido debían tomar. Por fortuna, tomaron el mejor. Algunos, entre ellos Enrique Bonetti, dijeron en voz baja: ->>Dejar a don Bosco? íJamás! ((**It8.84**)) -íCon don Bosco hasta la muerte!, respondió uno por todos. Y así fue. Al amanecer partía Agostino. Solamente uno quedó en el Oratorio que no podía tranquilizarse con la sentencia de don Bosco. Sentábase éste a la mesa de los Superiores; durante dos o tres días, entre resentido e irónico, aludía a don Angel Savio, al muchacho expulsado y a la injusticia cometida. Don Bosco sufría como nunca se le vio, pero no soltaba prenda. Se calmó la pasión y se dejó de hablar del asunto. Después de alguna semana, Agostino, aconsejado quizá por alguien, escribía una carta a don Bosco desde su casa, pidiéndole perdón por la falta cometida distraída e involuntariamente. Consultado don Angel Savio, intercedió por él y éste volvió al Oratorio, donde terminó sus estudios con aplauso. Este hecho resultó una saludable lección para los alumnos que vieron cómo don Bosco, tratándose de la autoridad, no miraba la cara de nadie, ya que un alumno de los mejores y amparado por los más influyentes del Oratorio, no había logrado librarse de las consecuencias de una desobediencia. Aun en medio de estos desórdenes continuaba don Bosco con su calma habitual, y sin hacer alusiones indiscretas, dando sus charlas instructivas a los muchachos antes de ir a acostarse. 26 de marzo Hoy quiero daros una buena noticia. Mañana os levantaréis a las cinco. íNo os espantéis! A las cinco los aprendices; y los estudiantes, a las cinco y media. Pero cuando los estudiantes salgan al patio en busca de agua, procuren no estorbar las sagradas funciones que se celebran en la iglesia para los aprendices. Desearía que, apenas suene la señal para levantarse, se alce cada uno prontamente y no haga como ciertos <> que procuran aprovechar el primer cuarto de hora, la mitad del segundo, o si pueden todo, se levantan a toda prisa y corren a la iglesia, bien entendido que más tarde que los demás. Hace dos días hubo uno, está aquí presente, pero no le quiero nombrar para no avergonzarle, que se quedó en la cama, y al final, con las prisas ((**It8.85**)) se metió los pantalones al revés y así salió del dormitorio. Por las escaleras se los quería arreglar. Pero que si quieres... Tira de una parte, tira de la otra... no se ponían en su sitio. íEra una empresa difícil! La parte delantera la llevaba atrás, y no se dio cuenta del enredo hasta después de un buen rato. íBonita figura hubiese hecho este tal si en aquel momento hubiera pasado alguien por allí y le hubiera visto de aquel modo! Verdad es que a aquella hora difícilmente (**Es8.84**))
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