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((**Es8.817**) -íEstoy curado! íMaría Auxiliadora me ha concedido la gracia! Al salir de la iglesia parecía loco de alegría. Llamó enseguida al Coadjutor, agitando tanto y tan fuerte la cuerda de la campanilla que parecía querer arrancarla. Bajó don Ascanio; le contó la repentina curación por intercesión de la Virgen y le dijo que era su firme propósito ir al Oratorio de San Francisco de Sales para darle gracias. Lo que hizo con gran devoción, apenas pudo. Aquel día, después de celebrar la santa misa, no cesaba de alabar el poder de María y, no obstante su avanzada edad, como desahogo de su devoción quiso subir a la cúpula de la ((**It8.963**)) nueva iglesia para tocar y besar los pies de la estatua de la Virgen. Desde aquella altura y mirando a la colina de Superga, dirigía su pensamiento a la amada parroquia de Castelnuovo, donde había empezado a ejercer el ministerio pastoral, ayudando, aconsejando y socorriendo al pobre campesino de I Becchi, que entonces estudiaba en Chieri; y al recordarlo sintió una emoción grandísima. Su curación fue perfecta y duradera; la Virgen le había recompensado en la tierra los muchos favores prestados a don Bosco. Atestiguaron este hecho don César Cagliero y don Ascanio Savio; y el mismo don Antonio Cinzano gozaba repitiéndolo frecuentemente durante el resto de su vida. (**Es8.817**))
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