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((**Es8.815**) Turín, 2 de octubre de 1867 Carísimo don Rafael: Teniendo en cuenta la edad del niño Chellini solamente puede ser admitido en Mirabello en las condiciones del programa adjunto. Más tarde (a los 12 cumplidos), lo sería aquí en Turín y en más benignas condiciones. . Respecto al Rector de San Leonardo, parece que el Señor lo quiere en el Paraíso. Pongamos, sin embargo, a prueba a la Santísima Virgen. Desde hoy hasta la fiesta de la Inmaculada Concepción de María Santísima, rece un padrenuestro, avemaría y gloria, al Santísimo Sacramento con una Salve y la jaculatoria María Auxiliadora de los Cristiarios, ruega por nosotros. Yo, en mi poquedad, le encomendaré cada día en la santa misa; mis muchachos harán oraciones especiales. Si cura, haga una ofrenda para continuar los trabajos de la iglesia. Fe en la bondad de Dios y en el poder de María. Los hermanos Morelli desean verdaderamente estudiar; si el tutor puede pagar mensualmente veinte liras por cada uno, yo pongo a ambos a estudiar. Desde que vinieron aquí, siempre han demostrado una conducta ejemplar. Dios bendiga, querido don Rafael, a usted y sus trabajos. Ruegue por mi pobre alma y créame en el Señor Afectísimo amigo JUAN BOSCO, Pbro. El 6 de octubre se encontraba el Venerable en I Becchi, celebrando la fiesta del Rosario. Los de Castelnuovo tributaron a él y a sus alumnos una recepción cordialísima y alegre, y recordaban la asistencia prestada por don Juan Cagliero a los apestados por el cólera. El Siervo de Dios se entretenía familiarmente con todos sus paisanos, de modo especial con los niños. Un joven que se encontró con él por vez primera, y que le observó con la mayor atención, dejó después escritas sus impresiones: <((**It8.961**)) Le hacía una caricia, le regalaba una medalla y con frecuencia lo invitaba a ir con él al Oratorio. Una palabra suya no podía olvidarse>>. Pero lo más notable de la fiesta fue el entusiasmo y la profunda y reconocida gratitud que manifestaba a don Bosco su párroco don Antonio Cinzano, por haber obtenido una señaladísima gracia de María Auxiliadora. Entre los muchos achaques, de su ya quebrantada salud, padecía (**Es8.815**))
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