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((**Es8.783**) amigas del Oratorio, yo Miguel Rúa, presbítero, empiezo hoy, domingo primero de septiembre, a reunir las memorias de cuanto puede referirse al Oratorio y especialmente al fundador del mismo, el sacerdote Juan Bosco, limitándome a hacer una simple referencia, a manera de cronista y no de historiador. Empiezo diciendo: >>1 de septiembre: Don Bosco sale por la mañana para ir a la casa de campo del célebre teólogo Margotti, redactor del periódico La Unidad Católica. Viene a visitar el Oratorio un obispo de China central, natural de Bolonia, de los Menores reformados. Es recibido cordialmente por los alumnos y la banda de música. Se muestra muy satisfecho de la iglesia nueva y de todo lo del Oratorio. >>Después de las oraciones de la noche nos contó don Bosco este ejemplo: -En tiempo del emperador Teodosio, fue este Príncipe a Tréveris, a donde le siguieron dos jóvenes y fieles oficiales. Un día estaban éstos con el Emperador y con el pueblo en el anfiteatro, esperando que principiaran los juegos. En esto, ya sea porque estuvieran cansados de tanto aguardar, ya sea porque supieran qué juegos se iban a hacer y no fueran de su gusto, el hecho es que, los dos amigos se las entendieron para salir de la ciudad y dar un paseo por el campo. Andando, andando entraron en un bosque y muy pronto perdieron las trazas de todo sendero. >>->>Vamos adelante?, dijo uno al otro. >>-íVamos! >>Y se internaron por la selva. Y he aquí que, en medio de unos grandes y corpulentos árboles descubrieron unas casuchas, cabañas, o cuevas, o como se quieran llamar. Eran unas habitaciones de ermitaños. ((**It8.923**)) Entraron llenos de curiosidad. Visitaron aquellas estancias, observaron el rústico vestido de los monjes, las durísimas yacijas sobre las que dormían y las ordinarias comidas con que se alimentaban. Desde el primer momento sintieron asco de aquel lugar, pero no tardaron en quedar sorprendidos de la profunda paz reflejada en los rostros austeros de los monjes. Comenzaron a decirse en voz baja el uno al otro: >>-íQué tranquilos y felices parecen estos hombres! íY sin embargo, viven una vida llena de privaciones! >>Qué misterio se esconde en este lugar? >>Y yendo de celda en celda encontraron un libro colocado sobre una rústica mesa, y lo abrieron: era la vida de san Antonio ermitaño. Empezaron a leer. El libro narraba cómo san Antonio, joven noble y rico, oyó en un sermón las palabras de Jesucristo: Si vis perfectus esse, vade, vende, quae habes, et da pauperibus et habebis thesaurum (**Es8.783**))
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