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((**Es8.750**) carta son difíciles de explicar, he formulado al eminentísimo De Angelis algunas cuestiones, que son las siguientes: 1.° >>Es conveniente dar la exclusiva de la plena Congregación para la promoción de los ordenandos, sin las dimisorias de los propios Obispos, o mejor retirar y excluir, antecedentemente al juicio este punto de discusión? 2.° >>Es más aconsejable buscar ahora quomodocumque (de cualquier modo que sea) la aprobación de la nueva Sociedad de San Francisco de Sales, aun sin el privilegio de los ordenandos, o retirar de hecho la instancia para la aprobación y dejarla ex integro (íntegramente) para el próximo Concilio Ecuménico? En cuanto a la primera cuestión el Eminentísimo opinaría, y yo me adhiero plenamente a él, que es mejor desistir de hecho de pedir el privilegio para los ordenandos, que no presentar esta petición con la seguridad de que la respuesta será negativa. Ya que, si este asunto fuese prejuzgado por el juicio de la plena Congregación, >>cómo y cuándo podría reivindicarse? Usted sabe que facilis descensus, sed revocare gradus...!!! hic labor! (es fácil descender, pero volver atrás... requiere gran esfuerzo). En cuanto a la segunda cuestión, su Eminencia no aprueba, ni niega. Por un lado podría parecer demasiado impulsiva y afanosa la prisa de invocar el Concilio futuro, que casi sería como rehusar el juicio ya promovido por la Sagrada Congregación. Por otro lado podría resultar muy natural y sin injuria para nadie la resolución de proponer al próximo Concilio la aprobación del nuevo Instituto, existiendo la intimación ahora hecha ex inopinato (de improviso) por el Santo Padre en la fiesta centenaria de san Pedro. No sería cuestión más que de fórmulas a propósito para exponer convenientemente la petición al Santo Padre, felicitándose con él ((**It8.881**)) mismo y alegrándose de la convocación del Concilio, que tanta gloria traerá a su glorioso Pontificado y mostrándose deseoso del gran honor de someter el nuevo Instituto al examen y juicio, como ya lo tuvieron otros Institutos, especialmente la Compañía de Jesús, aprobada bajo Paulo III en el último Concilio de Trento. La conclusión de mi largo coloquio con el eminentísimo De Angelis fue que yo le escribiese para tenerle al tanto de todo, que él le da muchos recuerdos y envía mil afectuosos saludos y que le espera de todos modos para primeros de agosto en Fermo. Por mi parte he creído conveniente no dar un paso ante la Sagrada Congregación ni tampoco he distribuido los ejemplares de las Reglas hasta ahora, ni las distribuiré sin haber recibido alguna indicación de usted. No se puede correr en estos asuntos. Es necesario, en cambio, usar la máxima ponderación y prudencia para no dar pasos en falso. Después de esto ruego a V. S. tenga la bondad de indicarme qué partido desea adoptar, si retirar la petición sobre los ordenandos o retirar la instancia en su totalidad, o si llevar adelante las cosas para obtener la aprobación del Instituto, excluyendo la ordenación sin las dimisorias de los Obispos. Cualquier cosa que me indique, yo haré enseguida lo que fuere ante la Sagrada Congregación y puede estar tranquilo de mi máxima prisa para hacer cuanto esté en mi mano para servirle. Aunque me cueste algún disgusto el ver desvanecida de repente la esperanza concebida de obtenerlo todo según los deseos, debido ciertamente a la poderosísima actuación del cardenal De Angelis, con quien V. S. puede contar como con un verdadero amigo, quedaré muy compensado con el favorable resultado de los otros asuntos, que con toda mi alma sostendré para cumplir en lo posible los santos deseos que animan a V. S. y que, si bien algo retardados, o momentáneamente (**Es8.750**))
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