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((**Es8.669**) gentiles y no entréis en la ciudad de los Samaritanos. Sino más bien id a las ovejas que perecieron de la casa de Israel. Id y predicad diciendo: que se acerca el reino de los cielos>>). Cosas todavía más explícitas dice San Marcos en el capítulo III; y después en los capítulos VI y VII: Coepit eos mittere binos et dabat illis potestatem spirituum inmundorum (Empezó a mandarlos de dos en dos y les dio potestad sobre los espíritus inmundos). Lo mismo leemos en San Lucas, capítulos VI y X. En estos trozos evangélicos aparece clara la misión de los apóstoles. Además el que hayan ejercitado esta misión mientras convivían con su Divino Maestro durante su vida mortal también aparece claro en el capítulo VI, v. 12 de San Marcos, en el que se dice que los apóstoles después de haber recibido esta misión: Exeuntes praedicabant ut poenitentiam agerent, et daemonia multa ejiciebant et ungebant oleo multos aegros et sanabant (Yendo predicaban para que hiciesen penitencia, y echaban muchos demonios y ungían con aceite muchos enfermos y curaban). El Sagrado Concilio de Trento enseña que en esta unción estaba figurado el Sacramento de la Extrema Unción instituido después por Jesucristo. V. Martini en ((**It8.787**)) San Marcos capítulo VI, v. 13. San Lucas capítulo X, v. 17: Reversi sunt autem septuaginta duo cum gaudio dicentes: Domine, etiam demonia subjiciuntur nobis in nomine tuo. Capítulo XXII, v. 34-36: Dixit eis: quando misi vos sine sacculo et pera et calceamentis, numquid aliquid defuit vobis? At illi dixerunt: nihil (Volvieron, pues, los setenta y dos diciendo con alegría: Señor, hasta los demonios se han rendido a nosotros en tu nombre. Capítulo XXII, v. 34-36: Les dijo: Cuando os mandé sin saco y sin alforjas y sin sandalias, >>os faltó alguna cosa? Y ellos dijeron: Nada). De lo cual se puede claramente deducir como verdad evangélica que los apóstoles fueron mandados por el Salvador a predicar y que de hecho ejercitaron el ministerio de la predicación antes de la muerte del Salvador solamente entre los Hebreos; pero en mi libro no se dice que hayan predicado a Jesucristo. Cuando después recibieron la misíón del Euntes docete omnes gentes (Id y enseñad a todas las gentes), esto es, a todas las naciones y, recibido después el Espíritu Santo, San Pedro empezó a predicar por vez primera a Jesucristo. Se me observa haber dicho en la página 217 que la violación de todo mandato divino es la trasgresión de un artículo de fe. No era ciertamente ésta mi intención. Yo quería significar que, así como el que quebranta un solo precepto de la ley, pierde la gracia de Dios no menos que si los hubiese trasgredido todos, así, quien niega un solo artículo de fe apaga en sí mismo la luz de la fe, como si los hubiese negado todos. Quería también decir que el que falta a un precepto divino comete una acción la cual es artículo de fe que es pecado mortal. Finalmente, yo quería decir lo que escribe Santiago en su epístola capítulo II, v. 10, donde dice: <>. (El que conserva toda la ley, si la ofende en un precepto se hace reo de todos. Pues el que dijo no adulterarás, dijo también, no matarás. Y si no adulteras, pero matas, te has hecho trasgresor de la ley). Se observa, además, que en el apéndice, acerca de la venida de San Pedro a Roma, se da un aviso en el que se dice que éste es un punto histórico, y no un dogma católico. Acerca de esto se me advierte que la cosa es cierta, pero se me critica altamente que yo haya dicho que esta discusión es ajena a la fe. Yo solamente quería indicar que este punto histórico está fuera del círculo de los artículos definidos como puntos dogmáticos. Por el contrario creo repetir cientos de veces en el curso (**Es8.669**))
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