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((**Es8.650**) por medio del Arzobispo de Turín, con orden ((**It8.765**)) de tenerlo en cuenta para una nueva edición. Así lo había querido el Sumo Pontífice Pío IX, el cual respondió a quien había aludido a una prohibición: -íOh, esto no! íPobre don Bosco! Si algo hay que corregir en dicho libro, corríjase en la segunda edición del mismo, que se hará. Y nosotros cuando, en los capítulos siguientes, volvamos a tratar esta larga cuestión, tendremos ocasión de admirar cada vez más la humildad y la santidad de don Bosco. El continuaba, mientras tanto, celebrando la gloria del Papado. El fascículo de las Lecturas Católicas para el mes de mayo era el siguiente: Beneficios acarreados por los Papas a la humanidad: conversaciones entre un joven y su párroco, por el sacerdote Pedro Boccalandro, Rector de San Marcos en Génova. Contenía estos temas: los Papas han civilizado la sociedad; han liberado a Italia de la dominación bárbara; han frenado el despotismo germánico: han protegido las ciencias y las artes. Se equivocan los que gritan contra la conducta de los Papas, y Pío IX no es el mayor enemigo de Italia. Es de razón, de derecho y del querer de Dios que el Papa posea un territorio independiente. En el apéndice se invitaba a los cristianos a rezar por la conversión de los hebreos. Durante aquellos meses estaba vuelto hacia el Papa el pensamiento de todos, hasta de lo más escogido del patriciado turinés; muchos se dirigían ya a Roma con el fin de buscar cómodo albergue para asistir a las solemnísimas funciones de San Pedro en el Vaticano y presentar su homenaje al Vicario de Jesucristo. Don Bosco entregaba cartas confidenciales a algunos de estos señores, dirigidas a conspicuas familias de cooperadores romanos que le habían pedido consejo, a Prelados que se interesaban por la Pía Sociedad, al cardenal Antonelli con el mismo fin y acerca del nombramiento de Obispos para Italia. Encargaba también de tales comisiones a la excelentísima duquesa ((**It8.766**)) de La Val Montmorency - De Maistre, que moraba en Borgo Cornalense, cerca de Villastellone. Turín, 1.° de mayo de 1867 Benemérita Señora Duquesa: No sé si podré todavía saludarla personalmente antes de que parta para Roma; de todos modos, le confío un paquete de cartas. La dirigida al cardenal Antonelli corre (**Es8.650**))
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