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((**Es8.588**) cinco de la tarde y no sólo no encontró que se hiciese función alguna, sino que todas estaban cerradas. A las cinco llegó a la de Jesús 1, que se abría en aquel momento y en la que hubo una corta función. Volvió al Papa y le contó lo que había visto. El Papa observó: -Por lo menos, íel párroco de San Roque predica! -Sí, predicaba, replicó don Bosco. El año pasado yo le animé a ello y empezó a hacerlo regularmente, pero al cabo de unos meses se le echaron todos encima, protestando contra la novedad y tuvo que dejarlo. -No creía, exclamó el Papa, que hubiésemos llegado a este extremo. Ahora comprendo porqué el Señor nos castiga, y nos castigará más aún, porque ísomos nosotros la causa de la merma de la fe de los pueblos! Fides ex auditu, auditus autem per verbum Christi (la fe viene por la predicación y la predicación por la palabra de Cristo). Y prosiguió lamentándose con enérgicas frases. Mandó llamar a quien debía poner remedio a este abuso, insistió. Algo obtuvo, pero por poco tiempo. ((**It8.692**)) El Venerable recibió otro encargo de confianza de Pío IX. Lo mismo que en el 1858, le encomendó ahora, en 1867, que visitara el grandioso Hospicio de San Miguel in Ripa, que albergaba, juntamente con muchos muchachos, casi mil doscientas personas y tenía fama en Roma de instituto para los muchachos pobres. Pío IX tenía gran interés por dicho Hospicio, porque él mismo había sido su presidente durante veinte meses, por voluntad del Papa León XII en 1825. Lo halló en decadencia y logró remover graves abusos, alejando empleados desleales, ordenando cuentas, pagando deudas contraídas por su predecesor, elevando el nivel de sus escuelas de artes y oficios, de modo que lo hizo resurgir de un modo maravilloso. Conociendo, por tanto, los antiguos desórdenes, temía que se renovasen y que las personas encargadas de la administración, unas por ser ellas la causa y otras por connivencia o timidez, no le dieran a conocer la verdadera marcha de las cosas. Y por esto se dirigió a don Bosco. Por su parte el Siervo de Dios ya estaba informado por la duquesa de Sora y otras Damas de la alta nobleza. Por lo mismo sentía cumplir este encargo, sobre todo porque preveía las dificultades para poner remedio a ciertos desórdenes. Pero el Santo Padre se lo había 1 Iglesia de Jesús. Es la iglesia de los padres Jesuitas en Roma (N. del T.) (**Es8.588**))
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