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((**Es8.439**) Hemos visto la hermosa estatua de la Virgen, que ha de colocarse sobre la cúpula de la iglesia que está levantando en Turín el insigne don Bosco, en honor de la Santísima Virgen Auxiliadora de los cristianos. Tiene la estatua cuatro metros de alta, está vaciada en cobre y se le ha dado un baño de barniz bronceado, hasta que se la pueda dorar. Ha sido modelada por los <> y realizada por el caballero Ignacio Boggio de Turín, en parte por galvanoplastia y en parte con el martillo y el cincel. La ejecución de estos trabajos colosales dice Bienvenido Cellini, es una empresa muy difícil dadas las extraordinarias proporciones. Y no es fácil juzgar desde cerca este género de obras, que han de contemplarse desde lejos. Nuestro parecer, por consiguiente, respecto a este trabajo queda en suspenso, es decir sometido al efecto que hará la estatua colocada a la altura de cuarenta y seis metros sobre el nivel del suelo; mientras que hemos tenido que verla a la distancia de ((**It8.516**)) dos o tres metros, en un lugar muy poco a propósito como es éste en el que está expuesta. De los ocho principales puntos de vista de una estatua, como diría Cellini, apenas si se pueden lograr aquí cinco y desde cerca. Y, sin embargo, algunos defectos que ahora se pueden descubrir, desapareceran cuando la estatua esté colocada en lo alto; y, viceversa, podrán ser visibles defectos que ahora no se observan. Así las cosas, digamos que en su conjunto la estatua nos ha parecido muy hermosa, y especialmente opinamos que la cabeza está bien modelada y mejor realizada. El rostro es, a la vez, majestuoso y cargado de dulzura, sobre todo mirado de perfil, por la derecha. El defecto principal, que se nos antoja, es el de que los hombros resultan demasiado pequeños y poco proporcionados con las otras partes, que son colosales. Y el defecto de los hombros resalta la defectuosa unión del brazo derecho levantado en alto para bendecir, que parece pegado a la espalda más que al hombro. Volvemos a repetir: es un trabajo hermoso, quizá el primero de este género realizado en Turín, y que honra al caballero Boggio, de cuyo taller ha salido. La estatua puede verse en la calle Bertola, número 39, poco antes de llegar a la iglesia en construcción. El 18 de noviembre fue don Bosco a Murello, junto a Racconigi. Por iniciativa de la directora de las Humilladas, o Pía Unión de Madres Cristianas, bajo el patrocinio de Santa Isabel, la señora Francisca Cogno, viuda de Audero, con el consentimiento y buen acuerdo del teólogo Carlos Ghersi, párroco y administrador, había sido invitado para predicar el panegírico de Santa Isabel el día de la fiesta, que aquel año se celebraba el 25 de noviembre. Mas, por un mal entendido, resulta que don Bosco se presentó el domingo anterior. Púsose aquella mañana a disposición del Párroco y le rogaron que visitara a una mujer gravemente enferma, la cual deseaba la bendijeran antes de morir. Acudió don Bosco con gusto a la invitación y fue acompañado hasta la habitación de la moribunda. Acercóse al lecho, pidió permiso al párroco para darle la bendición papal, arrodillóse, recitó unas oraciones y se quedó un rato para asistirla. (**Es8.439**))
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