Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es8.41**) que, como dice el Espíritu Santo, mata más la gula que la espada. Salen las bocanadas de sangre, los vómitos en ciertas enfermedades, las anginas, etc., etc... Pero sobre todo pedidle que os libre de todo lo que sale y que puede dañar vuestra alma, o sea: las malas conversaciones, las blasfemias, las imprecaciones, las calumnias, las mentiras. De lo que entra, como los alimentos prohibidos por la Iglesia, intemperancia en el comer y el beber. Por lo tanto, pedir mañana a san Blas que os libre de todos los males de la garganta materiales y espirituales. 5 de febrero Quiero deciros algo sobre la pregunta de don Juan Bautista Francesia. Los alumnos de primero y segundo de retórica, que deseen confesarse conmigo, vengan una hora antes de que se dé el aviso para las confesiones. Los más pequeños, dirán: ->>Es que los de retórica tienen el alma ((**It8.33**)) mayor que la nuestra para que se les dé preferencia? Os diré que tienen algún derecho de precedencia, porque ellos son mis hijos mayores o también los más antiguos en la casa y, por tanto, tienen derecho a que se les guarde alguna consideración. Tengo, además, algo que deciros en cuanto a los sacramentos. Para sacar fruto de la confesión no basta confesarse a menudo, sino que es necesario esforzarse para no cometer pecados. Por tanto deseo que todos se confiesen una vez al mes por lo menos; pero no más de una vez a la semana, salvo los casos especiales aconsejados por el confesor, porque de lo contrario quitáis a los otros la comodidad de confesarse. Procurad, pues, no cometer pecados de una confesión a otra y éste será el mejor fruto que podáis sacar de la confesión. Comulgad con la mayor frecuencia que podáis y siempre que el confesor os lo aconseje y cuando la conciencia no os remuerda de nada. El que quiera guardar un justo medio en cuanto a la confesión confiésese cada quince días y yo estaré satisfecho. Pero procurad todos cometer los menos pecados posibles. Don Bosco respondió, pues, con su acostumbrada prudencia a la petición que públicamente le habían hecho para que concediese más comodidad para confesarse a los estudiantes del bachillerato superior. En efecto, ellos estaban algo molestos por la multitud de alumnos de las clases inferiores que a todo correr ocupaban los primeros puestos ante el confesonario de don Bosco; los mayores deseaban despacharse sin tanta espera para volver a sus estudios. Nótese que, de cuando en cuando, al subir don Bosco a la tribuna por la noche, le hacían preguntas sobre la marcha o las necesidades de los muchachos, unas veces espontáneos interpelantes y otras quienes habían recibido encargo expreso del mismo Siervo de Dios. De este modo se lograba mayor atención, la palabra alcanzaba más efecto y el que hablaba tenía más libertad para reprender ciertas faltas o hacer valer los motivos de ciertas disposiciones de los Superiores.(**Es8.41**))
<Anterior: 8. 40><Siguiente: 8. 42>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com