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((**Es8.259**) aquella empresa. La rueda de un carro pasó por encima del pie de un joven sin causarle ningún daño. Un cerrajero cayó desde un andamio sobre un montón de piedras y no sufrió ninguna herida. La cuarta parte del Colegio estaba casi acabada. Don Juan Bonetti, director del colegio de Mirabello, habló en segundo lugar. Dijo que en el seminario, como en todas las instituciones de este mundo, había bueno y malo. Primer mal, su cabeza rota; primer bien, la santa astucia del prefecto don Francisco Provera. Bien, la lectura espiritual en común, que ayuda mucho a reanimar el espíritu. Mal, algunos hermanos que no observan las reglas con la exactitud prescrita. Entre los alumnos se estableció una sociedad con el fin de que hubiese comuniones por turno, además de las ordinarias, por las intenciones de don Bosco. Esta charla suscitó malhumor en alguno y especialmente entre los clérigos de Mirabello. En las asambleas públicas, alabar o callar. Después de don Juan Bonetti habló don Juan Bautista Lemoyne, director del colegio de Lanzo. Dijo lo que se había hecho para los alumnos internos y lo que se quería hacer para los externos, especialmente con el fin de implantar el Oratorio festivo. En cuanto a los clérigos, tiene la satisfacción de repetir lo que ya dijo el año pasado en su honor, el llorado don Domingo Ruffino. Don Miguel Rúa cerró la conferencia hablando de la unión que debe reinar en cada una de las casas. -Unidad de dirección; todo debe estar concentrado en el Director; todo debe depender de él. No se critique ((**It8.298**)) a los superiores; los alumnos aprendan de los clérigos; si éstos son obedientes, también lo serán los muchachos. -Unidad de espíritu: caridad; un clérigo no hable nunca mal de otro clérigo; ayudarse mutuamente; soportarse mutuamente; amarse como hermanos. - Unidad material: ninguno pretenda excepciones, en el dormitorio, en la mesa, en la asistencia, si no hay verdaderos motivos para ello. -Castidad: tener gran cuidado en el trato con los muchachos. Recordemos que la angélica virtud es nuestra gloria y nuestra corona. Poner en práctica los medios que sugería san Felipe Neri para conservar la virtud de la castidad. Don Bosco había ido a asistir al conde Rodolfo de Maistre que, a los setenta y cinco años de edad, expiraba el 5 de febrero a las tres de la tarde en Borgo Cornalense cerca de Turín, en el castillo de su hermana, la duquesa Laval de Montmorency. Estaba rodeado de su familia a la que amaba tiernamente y por la que era correspondido con igual afecto y ternura. Era hijo del famoso José de Maistre, había combatido valerosamente, de 1787 a 1814, (**Es8.259**))
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