Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es8.25**) -Hazme el favor de hablar claro. -Mire; fíjese en las letras que componen la palabra Perdix. <>E: Aeternitas te expectat (Te espera la eternidad). >>R: Referet unusquisque secundum opera sua, prout gessit, sive bonum, sive malum (Cada uno recibirá conforme a lo que hizo durante su vida mortal, el bien o el mal). >>D: Dempto nomine. Echada a un lado la fama, la gloria, la ciencia, la riqueza. >>I: significa Ibit (irá)>>. He aquí lo que representan las cuatro partes del pico: los novísimos. -Tienes razón, he comprendido; pero, dime: y la X >>dónde la dejas? >>Qué quiere decir? ->>Cómo? >>Usted que ha estudiado matemáticas no sabe qué quiere decir la X? -Sé que la X representa la incógnita. -Pues bien, cambie el término y llámelo desconocido: irá a un lugar desconocido (in locum suum). Sin salir de mi asombro, y mientras atendía a estas explicaciones, le pregunté: ->>Me regalas esta perdiz? -Sí, con mucho gusto. >>Quiere ver también la codorniz? -Sí, enséñamela. E inmediatamente me presentó una hermosa codorniz; al menos eso parecía. La tomé en mis manos, le levanté las alas y vi que estaba toda cubierta de llagas y, poco a poco, se fue tornando ((**It8.14**)) tan fea y asquerosa, despidiendo un hedor tan pertilente que provocaba náuseas. Entonces pregunté al joven qué significaba aquel cambio. Y me respondió: ->>Usted es sacerdote y no sabe estas cosas, después de haber estudiado la Sagrada Escritura? >>Recuerda cuando los hebreos, estando en el desierto murmuraban de Dios y el Señor les mandó codornices y comieron de ellas, y aún las estaban mascando cuando millares de ellos fueron castigados por la mano divina? Por tanto, este animal quiere decir que mata más gente la gula que la espada y que el origen de la mayor parte de los pecados proviene de ese vicio. Entonces di la gracias al joven por sus explicaciones. Entre tanto, en los vallados, sobre los árboles, entre la hierba iban apareciendo perdices y codornices en gran número; unas y otras semejantes a las que tenía en la mano mi joven acompañante. Los muchachos comenzaron a cazar procurándose así la comida. Después continuamos el viaje. Todos los que comieron perdices se tornaron robustos y pudieron seguir adelante. Cuantos comieron codornices se quedaron en el valle, dejaron de seguirme y, a poco, los perdí de vista, no volviéndoles a ver más. Pero de pronto, mientras caminaba, la escena cambió por completo. Me pareció estar en un inmenso salón, más grande que el Oratorio, comprendido el patio; todo aquel local estaba ocupado por una gran multitud. Miré a mi alrededor y no conocí a nadie; no había allí ni uno solo del Oratorio. Mientras estaba contemplando todo aquello sin poder salir de mi extrañeza, se me acercó un hombre diciéndome que había un pobrecito que estaba gravemente enfermo, en peligro de muerte, que tuviese la bondad de ir a confesarle. Yo le respondí que con sumo gusto lo haría, y sin más lo seguí.(**Es8.25**))
<Anterior: 8. 24><Siguiente: 8. 26>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com