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((**Es8.102**) ((**It8.106**)) entregar alguna ofrenda para la construcción de su iglesia. Así les deparaba el modo de obtener la gracia, proveía a su obra de los recursos necesarios y aumentaba, al mismo tiempo, en los fieles la gratitud y la devoción a su celeste bienhechora. De este modo durante el año 1865 llegaron las obras de la iglesia hasta cubrir el techo y se terminó también la bóveda, a excepción del espacio que debía ocupar la circunferencia de la cúpula. Mientras se realizaban estos trabajos, sucedió un hecho que maravilló a los obreros. Un pobre revendedor de fruta se acercó en los primeros días de verano a vender su mercancía por la zona de Valdocco. Se enteró de que se estaba construyendo la iglesia de María Auxiliadora con aportaciones particulares de los fieles, y quiso él también tomar parte. Con generoso sacrificio llamó al maestro de obras y le entregó toda su fruta para que la repartiera entre los albañiles. Queriendo, después, según su propia expresión, terminar la obra comenzada, rogó a los albañiles que le ayudasen a cargar con una gruesa piedra y con ella a hombros empezó a subir a los andamios. Temblaba el buen viejo bajo el peso de la piedra, pero le parecía ligero, dado el fin religioso que le animaba. Cuando llegó arriba, descargó la piedra y exclamó satisfecho: -íAhora puedo dormir contento porque espero poder participar de algún modo del bien que se hará en esta iglesia! (**Es8.102**))
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