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((**Es7.724**) orden y tranquilidad inalterables. Don Bosco ha llegado al momento feliz de no tener que castigar a ninguno de sus muchachos, porque ninguno lo merece. Y si alguna rara vez, uno se hace digno de corrección, bástale a don Bosco no dirigirle, como acostumbra hacer con todos, una mirada bondadosa, o no permitirle que le bese la mano, para conseguir que el culpable se arrepienta con el más vivo dolor. Si, en rarísimos casos, ha prolongado don Bosco esta actitud durante tres días, se ha visto siempre que el muchacho caía enfermo de pura pena. Después de esto, si alguien volviese a alabar y magnificar el progreso de la civilización llegado al colmo en Inglaterra, en virtud del principio protestante, no debemos hacer otra cosa para responderle de modo concluyente, más que insinuarle que vaya a visitar los centros abiertos para los pilluelos por el gobierno inglés, y los abiertos en Italia, no por el gobierno, sino por la caridad de los Lazaristas, de los Montebruno y de los don Bosco, dignos imitadores de nuestro Felipe Franci 1. íOh! Quiera el Señor suscitar también en Florencia un nuevo Franci, semejante a éstos, que extienda su benigna mano amparadora a los golfillos y golfillas tan multiplicados en nuestros días. Existen ya algunas almas piadosas, las Hermanas de la Caridad, las de Santa Dorotea, las de las Santas Llagas y las del Crucificado, que hacen cuanto pueden para salvar niñas y jovencitas; pero no bastan más que para redimir una parte. El mayor número queda todavía por las calles y espera una alma generosa que las recoja. También los muchachos empiezan a tener en Florencia sus bienhechores. Hay una asociación de sacerdotes en san Lorenzo, que ha abierto para ellos unas escuelas nocturnas; existe la Asociación de San Francisco de Sales, que les atiende y lleva en el corazón nuevas empresas; está asimismo la Conferencia de San Vicente de Paúl, que extiende una mano amorosa; pero todo esto es poco todavía. Se necesita otro Franci, otro don Bosco. Aguardamos que el Señor los haga surgir, tal vez entre los mismos que con tanto amor consagran ya su vida en favor de los golfillos. 1 Felipe Franci. Debió ser alguien que se distinguió mucho por sus obras de caridad locales. Es el hecho que no he logrado obtener la menor noticia de él. Lo siento. (N. del T.). (**Es7.724**))
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