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((**Es7.711**) deseaban, haber visto desvanecerse de un golpe la más bella esperanza de su vida y deberán responderse dolorosamente a sí mismos: -Yo sólo fui la causa. Si, ya adultos, se encontraren con algún antiguo compañero, la dolorosa espina nuevamente volverá a hincarse en su corazón, pues verán delante el testimonio de su culpa y de su vergüenza. Y, si tan amargo es el recuerdo de esa culpa, cuando aún están fuertes y sanos, >>qué será cuando las fuerzas empiecen a faltarles, cuando estén enfermos en la cama y contemplen la espantosa fealdad de su culpa? Deberán contestar: -El responsable de todas mis penas soy yo. Esto ante los hombres. >>Y frente a Dios, que es pureza infinita? íCuántos casos podría citar, sucedidos hace pocos días, si me fuese lícito contároslos! íOh, qué tremendos son los castigos del Señor contra los inmodestos; os narraré uno sólo, ocurrido esta noche en Turín. Murió un joven de muerte repentina, mientras pecaba. El murió y su alma >>dónde está ahora? Fueron al amanecer a llamarle los amigos, le sacudieron y lo encontraron cadáver; y todos eran testigos de cómo murió. No os digo más, porque son cosas demasiado horribles y sucias. Mis queridos amigos, ayudaos unos a otros a guardar la bella virtud de la pureza. Pactad con vosotros mismos no realizar jamás el más mínimo acto, ((**It7.836**)) no decir nunca la más mínima palabra, no echar la más insignificante mirada que pueda ofender esta hermosa virtud. Si veis que un compañero está en peligro de caer, por caridad, corred a socorrerlo, alejadle de ciertos amigos, avisadle, rezad por él, en suma, salvadlo. Tendréis mérito delante de Dios y de María. Si además veis que un compañero trata de perder a otros, moveos enseguida contra él, arrancad de entre sus uñas la presa, y gritad: íal lobo! >>Qué haríais si en vuestro rebaño se metiese el lobo y comenzase a devorar vuestras ovejas y no tuvierais fuerzas suficientes para luchar y salvar vuestro ganado? Pediríais auxilio y gritaríais: íal lobo, al lobo! Obrad también así contra esos lobos infernales que devoran las almas de vuestros compañeros. Gritad: íal lobo, al lobo!, gritádselo a vuestros compañeros y, si no es suficiente, gritádselo a vuestros superiores y ellos sabrán combatirlos. Otra noticia triste he de daros, y es que nuestro hermano Juan Lagorio se acerca cada vez más a su última hora. El está perfectamente resignado; más aún, no tiene otro deseo que el de volar al cielo y así librarse de muchas penas del cuerpo y del espíritu. Tenemos la máxima confianza para esperar que, cuando el Señor lo llame, irá a gozarlo al paraíso. Es hombre de mucha virtud. Otro día os contaré algunas cosas de él. De todas las maneras recemos para que su tránsito sea feliz. Esta noche guardad el mayor silencio por las escaleras y en los dormitorios; y, al acostaros, rezad una Salve a la Virgen para que le ayude en el gran paso que va a realizar. Tal vez mañana, después del Pater y el Ave que por él rezamos, en vez del Gloria, recitemos el Réquiem. Buenas noches. 15 de diciembre.-Hacia las dos de esta mañana nuestro hermano Juan Lagorio pasaba a la eternidad. Hace dos años que vino a casa, atacado ya por la enfermedad de que ha muerto. Hasta ayer creyó poder restablecerse, pero al anochecer advirtió que la muerte era inminente. Me repitió con voz débil lo que me había dicho otra vez. -Diga a los muchachos que recen por mí, para que se me conceda ver pronto el (**Es7.711**))
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