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((**Es7.504**) hayan sido perdonados y confío ser amigo de Dios y poder ir pronto a gozarle eternamente. Dios mío, bendecid a mi madre, dadle valor para soportar con resignación la noticia de mi muerte. Haced que la pueda ver con toda la familia en el paraíso, gozando de vuestra gloria. >>El, quería seguir hablando, pero le obligué a callar para que descansara un poco. Por la tarde del día 8 empeoró y se decidió administrarle la Santa Unción. Al preguntarle si quería recibir este sacramento contestó: >>-Sí, lo deseo con todo mi corazón. >>-Tienes acaso algo que apene tu conciencia? >>-Sí, tengo una cosa que me da mucha angustia y me remuerde bastante la conciencia. >>-Qué es? Deseas decirla en confesión o de otra forma: >>-Tengo una cosa en la que he pensado siempre, pero nunca habría imaginado que pudiera causar tanto pesar a punto de morir. ((**It7.594**)) >>-Y qué es lo que te produce esa pena y ese remordimiento? >>-Experimento el más amargo disgusto, porque en mi vida no he amado bastante al Señor, como él se merece. >>-Tranquilízate a este respecto, porque en este mundo nunca podremos amar al Señor como se merece. Aquí es necesario hacer cuanto podamos, pero el lugar donde le amáremos como debemos es en la otra vida, en el paraíso. Allí le veremos como él es en sí mismo. Allí conoceremos y gozaremos su bondad, su amor y su gloria. Dichoso tú, que dentro de poco tendrás esta inefable suerte. Ahora prepárate a recibir la Santa Unción, que es el sacramento que borra las reliquias de los pecados y nos otorga también la salud corporal, si conviene a la salvación del alma...>>. Para recibir la Santa Unción, quiso rezar él mismo la oración del Yo pecador y las preces de este sacramento, y dijo una jaculatoria especial a la unción de cada sentido. Al fin pareció tan fatigado, y tenía el pulso tan débil, que se temió diese el último suspiro. Poco después se rehizo un tanto y, en presencia de todos, dirigió a don Bosco estas palabras: -He pedido mucho a la Santísima Virgen que me hiciese morir en un día dedicado a Ella, y confío que seré escuchado. El sábado 9 de enero fue el último día del querido Besucco. Conservó el perfecto uso de los sentidos y de la razón durante todo el día. Hacia las diez y media de la noche parecía que no le quedaban (**Es7.504**))
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