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((**Es7.475**) con un solo asistente sobre una tarima. Creció más su maravilla cuando supieron que, quizá en todo el año, no había habido que lamentar una palabra de verdadero desorden, ni un motivo para infligir o ((**It7.557**)) amenazar con un castigo. -Cómo es posible, preguntó el Ministro, conseguir tanto silencio y tanta disciplina? Decídmelo; y vos, agregó al compañero que era su secretario, escribid cuanto diga este sacerdote. -Señor, respondió don Bosco, el medio que se emplea entre nosotros no se puede utilizar entre ustedes. -Por qué? -Porque son arcanos descubiertos solamente a los católicos. -Cuáles? -La frecuente confesión y comunión y la misa diaria bien oída. -Tenéis realmente razón. A nosotros nos faltan estos poderosos medios de educación, no se pueden suplir con otros? -Si no se emplean estos elementos religiosos, hay que recurrir a las amenazas y al palo. -íTenéis razón, tenéis razón! O religión o palo; quiero contarlo en Londres>>. La segunda visita la narró el profesor Maranzana, al escribir su homenaje a don Bosco en 1893. <((**It7.558**)) por miedo a turbar con su presencia la tranquilidad y el recogimiento de los muchachos; pero, a una resuelta indicación de don Bosco, avanzaron de puntillas hasta la cátedra del Director y entonces monseñor Ghilardi, llamando la atención con un golpe de campanilla, abarcó con la mirada aquella encantadora escena y, levantando las manos al cielo, improvisó un discursito y exclamó: (**Es7.475**))
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