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((**Es7.46**) unas preguntas. Entre otras cosas le pidieron explicación de aquellas palabras suyas: el globo pasó de allí a otro lado, donde dejó noticia de que allí no se hablaba muy bien. >>Pero don Bosco no quiso declarar nada, aunque dio a entender con palabras equívocas, que el globo había pasado propiamente a su habitación y que allí él había sabido muchas otras cosas. ((**It7.40**)) >>Nos dijo después cómo suele aparecer la Virgen en este mundo. Tras habernos dado alguna prueba del profundo conocimiento que poseía de la teología, explicándonos, como humanamente se puede, la visión intuitiva de Dios, por la cual los santos contemplando a Dios como en un espejo, según su beneplácito, ven todo el pasado, el presente, el futuro, todos los puntos del universo, y por eso cómo ellos también se encuentran en todas las partes del mundo, prosiguió diciéndonos que la Virgen, queriendo hallarse presente en cualquier lugar particular, no tiene más que hacer un acto de voluntad de estar en aquel sitio y entonces se halla allí realmente. Ella se presenta por lo general vestida conforme a la usanza del país en que quiere encontrarse; algunas veces aparece y da señal de su presencia local mediante un emblema. >>Nosotros quedamos pasmados al oírle hablar tan bien y con tanta facilidad de cosas místicas, y algunos le preguntaron si él había tenido y gustado alguna vez de semejantes visiones. Respondió que lo había aprendido en los autores. Como hay libros que tratan cosas especulativas y que pertenecen más bien a quien desea llevar vida contemplativa, preguntóle don Miguel Rúa si había en casa jóvenes para quienes fuesen adecuados tales libros. Don Bosco sonriendo le llamó curioso y añadió: >>-Los que podrían leer estos libros y ser capaces de comprenderlos, no se lo creen, porque si se estimasen en tanto íay de ellos! Dios permitiría que fuesen humillados. >>Se le preguntó cómo arreglárselas para no volver atrás y conservarse en la virtud. El contestó: >>-Hacer lo que podamos; tenernos en nada ante el Señor y convencernos de que, sin El, no podemos hacer más que pecados>>. Hasta aquí la crónica. Fue probablemente en esta aparición cuando don Bosco oyó en sueños que María Santísima añadía algunas estrofas finales a la canción de Silvio Péllico: <>. Le parecía ((**It7.41**)) que él mismo entonaba este cántico y que a él se unía un inmenso coro que lo continuaba hasta el fin con celestial armonía.(**Es7.46**))
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