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((**Es7.446**) Al Catequista estaba confiado el cuidado de la conducta moral y religiosa; la iglesia, los dormitorios, la enfermería; la administración escolástica, los paseos y el teatro correspondían al Director de estudios. Estos tres superiores, juntamente con otros auxiliares, daban las calificaciones de conducta; y nunca asistía el Director a esta reunión, detalle advertido por los alumnos, los cuales le veían entre ellos durante aquel tiempo. Parecía éste un procedimiento óptimo. Fruto especial y constante del mismo fue la maravillosa e incondicional confianza de los alumnos con el Director, la consoladora frecuencia de los sacramentos y las numerosas vocaciones eclesiásticas y religiosas. Mas lo que fue necesario para establecer la Pía Sociedad, no lo creyó conveniente, después de la muerte de don Bosco, el poder ((**It7.522**)) supremo de la Iglesia, y como la palabra del Pontífice es palabra de Dios, sus órdenes fueron obedecidas. Don Bosco, una vez preparado el Reglamento, que durante varios años permaneció manuscrito, se ocupó en redactar el programa del nuevo colegio. Lo imprimió y envió ejemplares a todos los párrocos de la diócesis de Casale y de los alrededores1. Este sirvió más tarde de modelo para muchos otros de sus colegios. Después de estos preliminares, y ya de vuelta del Santuario de Oropa, don Bosco seleccionaba a los que debían dirigir el nuevo colegio, luego de haber estudiado sus caracteres y habilidades, para asignar a cada uno los cargos convenientes. Poseía para ello un tacto finísimo y, en efecto, las personas destinadas respondieron a la expectación de todos. A pesar de sus buenos y calculados planes, quiso aconsejarse con su Capítulo, como hizo siempre en semejantes ocasiones. Fue nombrado Director don Miguel Rúa; Prefecto, el clérigo Francisco Provera; Catequista, el clérigo Juan Bonetti y Director de estudios, el clérigo Francisco Cerruti. Fueron destinados como compañeros los clérigos Pablo Albera, Francisco Dalmazzo, Francisco Cuffía y los jóvenes aspirantes al estado eclesiástico Domingo Belmonte, Angel Nasi y Félix Alessio. Encargaba don Bosco a estos sus queridos hijos que cuidaran particularmente las vocaciones eclesiásticas. Les encomendaba que fueran obsequiosos y afectuosos con el señor Obispo, que se prestasen gustosos a cuanto se les ofreciese y que se esmerasen para poder 1 V. Apéndice, N.° 5. (**Es7.446**))
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