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((**Es7.439**) otros certificados. Sólo la oración podía allanar esta dificultad y, en efecto, la allanó. Unos días después se llegó a saber que el Rector había salido al campo y, por consiguiente, debía sucederle al frente de la Universidad, durante su ausencia, el decano más antiguo de las varias facultades. Y le tocó al de la facultad teológica Angel Serafín, profesor de teología especulativa. Se intentó de nuevo la prueba: el suplente, persona muy sensata y bondadosa, revisó la documentación de los candidatos del Oratorio y no creyó hallar dificultad alguna. Más aún, añadió: -Sé que en el Seminario se hacen los estudios más concienzudamente que en algunos centros estatales. Fueron admitidos todos. Los exámenes se celebraron del 15 al 20 de septiembre. Alguno consiguió la máxima puntuación y los otros obtuvieron calificaciones muy satisfactorias. Era éste un segundo triunfo para el Oratorio. Pero don Bosco, persuadido de que sería imposible servirse en el futuro de los certificados de filosofía del Seminario, y que por tanto había que conseguir el diploma o ingresar en la Universidad, decidió presentar en lo sucesivo sus alumnos al examen de ingreso universitario. Y comenzó en 1864, destinando a esta prueba a Luis Tomás Jarac, a Plácido Perucatti y a Constancio Rinaudo. Mas, sabiendo que encontraría impedimentos para su plan, dada la mala intención de sus adversarios, fue a visitar a Nicomedes Bianchi, director entonces del Liceo del Carmen, para hacérselo menos hostil. Cuando don Bosco le dijo que iba para recomendar a su bondad a tres alumnos, él, haciendo gala de imparcialidad, respondió que no podía aceptar recomendaciones ((**It7.514**)) y que no había más recomendaciones que la ciencia y el estudio de los jóvenes examinandos; que la ley era clara, y él se atenía estrictamente a ella; que los jóvenes se atuviesen a cuanto ella prescribe y tenían asegurado el éxito de su examen. Don Bosco replicó que precisamente había ido para rogarle que tutelara a los jóvenes en conformidad con la misma ley; que él estaba informado de que en la comisión examinadora había alguien prevenido contra sus alumnos y por eso se recomendaba a la reconocida lealtad y rectitud del director, para que disipara todo prejuicio de la mente de los examinadores; que se había presentado también para dar las aclaraciones que se juzgasen necesarias sobre el sistema de su enseñanza y la legalidad de sus maestros; y concluía diciendo que no tenía necesidad de favores, ni quería excepciones, porque estaba persuadido de que sus muchachos no habían menester de ello. (**Es7.439**))
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