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((**Es7.394**) Los cambios introducidos por don Bosco en la Historia de Italia, y los que estaba dispuesto a introducir, no eran tales que modificasen ni una tilde sus principios religiosos y su adhesión ((**It7.460**)) al Romano Pontífice. Ya hemos visto cómo, una vez impresa la primera edición, se sometía a cualquier gravísima pérdida antes que suprimir algunos períodos que le habían sido indicados. En este punto jamás habría transigido; y lo dió a entender con bastante claridad al ministro Amari en el diálogo sostenido con él, lo mismo que en la carta, cuyo borrador conservamos. Excelencia: Hace pocos días, dignóse S.E. recibirme en audiencia y demostrarme una especial bondad, al confiarme lo que le habían comunicado como no conveniente y antipatriótico. La estima y el respeto que tengo a S. E. no me permitieron exponerle las cosas en su verdadero sentido y por ello le ruego lea ahora benignamente cuanto entonces le expuse con brevedad. Me indicaba usted, en cuanto a la Historia, que había cosas que no eran verdad. Conversando con personas de ciencia puedo decir que usted entiende el el no eran verdad del modo como debe entenderse; porque en cuanto a la verdad histórica le diré que he seguido escrupulosamente los autores más acreditados, ya fueran antiguos o modernos. En cuanto al modo de entender las cosas, o sea al espíritu de la historia, le diré que entre los diversos libros impresos con mi nombre, están la Historia Sagrada, la Historia Eclesiástica y la Historia de Italia. Las tres obritas fueron escritas con la revisión del Gobierno. Entregué un ejemplar de cada edición, apenas terminada, a todas las autoridades; y como mi intención, que todos pueden ver en cada capítulo, es la de infundir ideas morales y conducir al joven lector a la meditación de la ley divina, que obliga a todo hombre a la observancia de la ley humana, no obtuve más que palabras de aliento. Los augustos hijos de Víctor Manuel aceptaron con gusto el humilde regalo de estos escritos etc., etc. Aquí probablemente seguía exponiendo lo que había escrito al Ministro de Gobernación. Estas cartas, y sobre todo la conversación con el Ministro de Instrucción Pública, no sólo disiparon la amenazadora tempestad, sino que coronaron la obra o, por mejor decir, aseguraron el fruto del triunfo a los cursos de Bachillerato de Valdocco y a todo el Oratorio. Puesto que el profesor Amari ((**It7.461**)) se persuadió de que don Bosco no tenía más mira que la de socorrer a la juventud pobre y abandonada, y de que no era hombre para infundir temor al Gobierno. Entre tanto se previno contra los calumniadores. Gatti, a su vez, empezó a experimentar la verdad del proverbio que dice tanto va el cántaro a la fuente que al fin se rompe, y pudo comprender que si aquel día se confundió hasta casi entrar en un armario, habría podido (**Es7.394**))
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