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((**Es7.382**) paso por encima de toda observación y cumpla usted la orden recibida. Ruego solamente que no se hagan preguntas inoportunas a los jóvenes y no se les asuste. Y con corteses palabras se lo prometió. Sería demasiado largo referir las preguntas que hizo el inspector y las respuestas que dieron los alumnos en cada uno de los cinco cursos de bachillerato; haremos un sencillo resumen. Señalamos en primer lugar que, aunque el profesor se mostrase cortés y educado, lo mismo con don Bosco que con maestros y alumnos, daba sin embargo a entender que hacía una visita con un plan preconcebido, no tanto para examinar, cuanto para indagar. No le interesaba saber si los alumnos estaban instruidos, sino sorprenderles y conocer, más que la legalidad de la enseñanza, las ideas y opiniones políticas que profesaban. Dejando, pues, de lado la literatura latina, eligió tratar de materia más apta a su capciosa inspección. En las clases superiores preguntó sobre Dante Alighieri, y en las inferiorees sobre geografía de Italia; en algunas clases hizo que se acercasen a la cátedra algunos alumnos e indagó hasta en el santuario de la conciencia. En los cursos primero y segundo de retórica, o sea en cuarto y quinto curso de bachillerato, se entretuvo mañana y tarde con el primer canto de la Divina Comedia, y en los demás prefirió aquellos cantos y aquellos tercetos, ((**It7.446**)) donde el poeta ataca injustamente, por miras políticas y personales, a los Papas y especialmente a Bonifacio VIII, a quien consideraba la causa de su expulsión de Florencia. Preguntó, por tanto, el origen de Güelfos y Gibelinos, las ideas de unos y otros, con qué partidos de la actualidad italiana se corresponderían, a cuál de los dos pertenecía Dante, qué opinión tenía acerca del dominio temporal del Papa, si los Papas habían hecho bien o mal a Italia y otras preguntas parecidas, más o menos insidiosas. Parecía que trataba de arrancar a los alumnos alguna respuesta menos prudente, que le sirviese, al menos de pretexto, para denunciar que la enseñanza impartida en el Oratorio, era contraria a las modernas instituciones. Mas la gracia de Dios y la correcta conducta y prudencia de profesores y alumnos hicieron desvanecer su esperanza. En las clases del bachillerato elemental, al preguntar sobre geografía de Italia, encontró al fin algo con qué alegrarse. A un alumno de primer curso, que exponía la división de la Alta Italia se le escapó, casi por costumbre, la antigua denominación de Lombardo Véneto, como perteneciente al Imperio Austríaco. Cuando el Inspector (**Es7.382**))
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