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((**Es7.311**) Ella; en toda suerte de peligros invocad a María, y os aseguro que seréis escuchados. Por lo demás, los que fueron tan cruelmente maltratados por la bestia, hagan el propósito de huir de las malas conversaciones, de los malos compañeros; y los que pretendían alejar a los demás de María, que cambien de vida o que abandonen esta Casa. Quien desee saber el lugar que ocupaba en el sueño, que venga a verme a mi habitación y yo se lo diré. Pero lo repito: los ministros de Satanás, que cambien de vida o que se marchen. íBuenas noches!. Estas palabras fueron pronunciads por Don Bosco con tal unción y con tal emoción, que los jóvenes, pensando en el sueño, no le dejaron en paz durante más de una semana. Por las mañanas las confesiones fueron numerosísimas y después de la comida un buen número se entrevistó con el siervo de Dios, para preguntarle qué lugar ocupaba en el sueño misterioso. Que no se trataba de un sueño, sino más bien de una visión, lo había afirmado indirectamente don Bosco mismo, al decir: -Cuando el Señor quiere manifestarme algo, paso... etc... Suelo elevar a Dios especiales plegarias para que me ilumine... Y después, al prohibir que se bromease sobre el tema de esta narración. Pero aún hay más. En esta ocasión el mismo siervo de Dios escribió en un papel los nombres de los alumnos que había visto heridos en el sueño, de los que manejaban la espada y de los que esgrimían dos; y enseñó la lista a don Celestino Durando, encargándole de vigilarlos. Este nos proporcionó dicha lista, que tenemos ante la vista. Los heridos son trece, a saber: los que probablemente no se refugiaron bajo el manto de la Virgen; los que manejaban una espada eran diecisiete; los que esgrimían dos, se reducían a tres. La nota al lado de algún nombre indica un cambio de conducta. Hemos de observar también que el sueño, como veremos más adelante, no se refería solamente al tiempo presente, sino también al futuro. Sobre la realidad del sueño, ((**It7.361**)) los mismos jóvenes fueron los mejores testigos. Uno de ellos decía: <>A otros dos jóvenes, a los cuales don Bosco aseguraba haberlos visto con la espada, se les oyó exclamar: ``íAh, sí, es cierto; hace tiempo que me he dado cuenta de ello; lo sabía!'' Y cambiaron de conducta. >>Un día, después de comer, hablaba de su sueño y tras haber manifestado (**Es7.311**))
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