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((**Es7.29**) a estarse un poco más. A veces, el cortés visitante advertía que muchos aguardaban en la antesala para entrar. >>-Tengan paciencia, respondía don Bosco: yo soy como aquel barbero que dice a la gente que llega: -íEspere, espere! íEsto se acaba enseguida! íUn momento! -mas después cumple su oficio con la máxima calma, como si nadie esperase. >>-Caramba, añadía, quien paga tiene derecho a ser servido y estaría bueno que el barbero, por afeitar demasiado aprisa ((**It7.20**)) lo hiciese mal; y peor aún, si con las prisas cortara a derecha e izquierda. >>La sencillez iba unida en él a un alto sentimiento del deber y prolongaba la conversación mientras el asunto no estuviese convenientemente acabado. >>Su diálogo era agradabilísimo. Entremezclaba con gracia el chascarrillo y la anécdota. Y el donaire venía siempre acertado; para que produjese su efecto, acostumbraba a decir que aquellas anécdotas le habían ocurrido a él o que las había aprendido de don José Cafasso, del teólogo Guala, del teólogo Borel o de unos y de otros. El cuentecito y el ejemplo era el modo que utilizaba para causar una impresión más viva y profunda, pero lo más importante era que se ajustaba como anillo al dedo. Sabía tratar con gracia, de modo que nadie pudo reprocharle por ser menos delicado y prudente. Hasta los dentistas, decía, deben emplear buenas maneras; de lo contrario ípobre clientela! >>Había en don Bosco una característica respetuosa, bondadosa, afectuosa, la cual no le impedía sacar buen partido hasta de los de colmillo retorcido. >>-Pescadores, ladrones y carteristas, decía a veces chanceando, son una sola cosa; pero todo pasa y puede pasar cuando se trata de las almas. >>Y ícómo se las arreglaba en estas pescas milagrosas! No es fácil imaginar la fuerza de sus expresiones, que él sabía aplicar con destreza e intuición maravillosa. Era Dios quien hablaba por él? Era la experiencia la que le sugería un buen pensamiento para cada uno? Lo cierto es que, desgranando despacito, una palabra tras otra, sacaba la máxima de un santo Padre, dicha a la buena, con ponderación y sin jactancia. Era una llamada sobre la necesidad de buenas confesiones, acerca de la devoción a María Santísima, sobre el paraíso, y tan llena de amor divino, que bastantes afirmaron haberles sucedido como acontece a los que se encuentran con santos; es decir, que al separarse de él cada uno sentíase ((**It7.21**)) mejor, ya fuese hijo del pueblo, persona constituida en dignidad, seglar o eclesiástico>>.(**Es7.29**))
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