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((**Es7.275**) Excelencia: Respetuosamente expongo a V.S. Ilma. cómo, con el vivo deseo de proporcionar la enseñanza media a la clase menos acomodada del pueblo, he abierto, hace algunos años, además de las clases elementales que se dan a los muchachos pobres, una pequeña sección para el bachillerato. Falto de rentas fijas, y dado que generalmente los muchachos asistentes están gratuitamente atendidos o con una muy módica pensión, no habría podido proseguir esta Obra sin la ayuda material y personal de los demás. Cuatro jóvenes bastante instruidos vinieron en mi ayuda y aceptaron gratuitamente el peso de enseñar en las distintas clases. Sus nombres son: El sacerdote Juan Bautista Francesia, hijo de Santiago, natural de San Giorgio, estudiante del segundo año de teología, para el quinto curso. El clérigo Francisco Cerruti, hijo de Luis, natural de Saluggia, estudiante de cuarto año de teología, para el cuarto. El clérigo Celestino Durando, hijo de Francisco, natural de Farigliano, estudiante de cuarto año de teología, suplente del quinto y maestro del segundo. El clérigo Juan Bautista Anfossi, hijo de Luis, natural de Vigone, estudiante del cuarto año de teología, suplente del cuarto de bachillerato y maestro del segundo. Los resultados obtenidos fueron tan satisfactorios como no se puede imaginar. Su solicitud, su celo fueron siempre dignos de alabanza por encima de todo. Estos beneméritos regentes, a la par que cumplían con sus deberes de maestros, encontraron forma y manera para frecuentar las clases de literatura griega, latina e italiana en nuestra Regia Universidad. ((**It7.318**)) La disciplina observada en nuestras escuelas ha corrido parejas con las disposiciones oficiales y siempre se siguieron los programas publicados por el Ministerio para el Bachillerato. Los Delegados reales de estudios, los Inspectores y otros insignes Profesores se complacieron en visitar varias veces nuestras clases y siempre quedaron satisfechos de ellas. Su Excelencia el Ministro de Instrucción Pública ha visto también con bondad este esfuerzo de difusión de la enseñanza media entre los muchachos menos acomodados, pero dignos de ser tenidos en cuenta por su talento y su virtud; ha pronunciado en varias ocasiones palabras de aliento para mí y para los maestros de las clases, ha proporcionado subsidios económicos, y en ocasiones escribió cartas benévolas asegurando que estaba dispuesto a favorecer estas escuelas con todos los medios a su alcance. Pero el mismo señor Ministro me ha animado muchas veces a estudiar la manera de poner al frente de las respectivas clases maestros diplomados, a fin de que, decía él, pueda este Ministerio ayudar más regularmente con medios materiales y morales. Para secundar dicho deseo del señor Ministro, esto es, de poseer maestros titulados para la enseñanza, se atendieron ya todas las clases elementales, gracias a los exámenes realizados por ciertos jóvenes de esta misma casa, algunos de los cuales son maestros por los pueblos, y otros continúan como maestros patentados prestando gratuitamente su labor en favor de los muchachos pobres que asisten a estas escuelas. Queda todavía por cumplir la sugerencia del señor Ministro respecto a las clases de bachillerato: y precisamente por esto suplico humildemente que dichos beneméritos maestros, aprobados indirectamente por el Ministerio, sean considerados (**Es7.275**))
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