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((**Es7.265**) El Delegado se conformó con la promesa de que don Bosco procuraría ponerse de acuerdo con las leyes. No consta que ninguno de los dos ministros de Instrucción Pública, que durante aquel año estuvieron al frente del mismo, Mancini primero y Matteucci después, pensaran en tomar medidas odiosas contra el Oratorio. Quizá Urbano Rattazzi, Presidente del Ministerio desde el 4 de marzo, con la cartera de Asuntos Exteriores y de Gobernación, había hecho valer en el Consejo su opinión favorable a la obra de don Bosco. Este no tuvo, pues, que sufrir ninguna molestia durante el curso escolar 1861-62. Mas, previendo que las leyes de Instrucción Pública le podrían poner de un momento a otro ((**It7.306**)) en grandes apuros, ya había dispuesto que algunos clérigos estudiasen las materias necesarias para la enseñanza del bachillerato y para alcanzar el diploma correspondiente. Había ya mandado sacar la licenciatura a los clérigos Celestino Durando y Juan Bautista Anfossi en julio de 1857 y al clérigo Francisco Cerruti en 1859, a los que presentó, a continuación, como oyentes en la Universidad Real de Turín. Don Juan Bautista Francesia ya la frecuentaba desde hacía algún tiempo. Eran profesores: de literatura latina el profesor Tomás Vallauri, de literatura italiana Miguel Coppino y de literatura griega Bartolomé Prieri. Los clérigos de don Bosco, habiendo sido preguntados públicamente sobre varios temas de las materias enseñadas, habían dado siempre una buena prueba de su aprovechamiento. Los profesores les habían entregado satisfechos los certificados de asistencia. Estaba decidido que también durante el curso 1862-63, continuarían asistiendo a la Universidad como oyentes y, digámoslo enseguida, también este año académico debía servirles para su provecho en los estudios y para un gran aprecio por parte del profesorado. Pero don Bosco necesitaba que estos sus colaboradores tuviesen más tiempo para ocuparse de los clásicos de las tres literaturas y en consecuencia escribía sobre ello al canónigo Vogliotti, Rector del Seminario y Provicario. Al mismo tiempo pedía varios permisos y favores para los clérigos y para otros jóvenes aspirantes al estado eclesiástico. Ilustrísimo y Muy Reverendo Señor: Hubiera querido ir a hablarle personalmente porque tengo mil cosas que exponerle, pero no me fue posible en estos días. Se lo diré todo aquí, brevemente. Diga usted sí o no, tal y como le parezca para mayor gloria de Dios. 1.° Los clérigos Durando, Anfossi y Cerruti (juntamente con don Juan Bautista (**Es7.265**))
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