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((**Es7.216**) 2.¦ Dar un buen consejo a un amigo. En la noche siguiente lo dió él a todos en general y dijo que nos hiciésemos generosa violencia para corregir nuestros malos hábitos mientras somos jóvenes; y que tuviésemos con los superiores gran confianza, lo mismo para las cosas del alma que para las cosas del cuerpo. 3.¦ Pensar si sería bueno hacer una confesión general, y esto para los que aún no la han hecho; los que ya la hicieron, rezar un acto de contrición por todos los pecados de la vida pasada. 4.¦ Nos contó lo que una vez dijo don José Cafasso a un comerciante que le preguntó qué era lo que más le gustaba a la Virgen. Replicóle él: -Qué es lo que más gusta a las madres? El otro contestó: -A las madres les gusta mucho que se acaricie a sus hijos. -Bravo, respondió don José Cafasso, has contestado bien; si, por tanto, quieres hacer algo muy agradable a la Virgen, haz muchas caricias a su Divino Hijo Jesús; primero, con una santa comunión, y después, teniendo lejos de tu corazón toda clase de pecado aunque sólo sea venial. Así dijo don José Cafasso y lo mismo os digo yo a vosotros. ((**It7.246**)) 5.¦ Mañana, durante las oraciones, haced todo lo posible para no apoyaros sobre los talones, ni sobre los bancos o buscar cualquier otra comodidad; y lo digo especialmente para los acostumbrados a estar de otra manera. La flor para todos será ésta: hablar siempre en italiano y recordarlo a quien se olvide. 6.¦ Obediencia perfecta y en todo. Mañana obremos de tal modo que no tengan que avisarnos sobre el cumplimiento de las normas de la casa y de los propios deberes. Si, además, le fuese mandado particularmente a alguno realizar alguna cosa, ejecútela con gusto y prontitud. Os aseguro que ésta será la flor más bella que podamos ofrecer a nuestra Madre celestial. Obrando así, mereceremos el título de hijos suyos y, como Madre amorosa, nos enseñará el santo temor de Dios que Ella misma nos promete por boca de la Iglesia: Filii audite me; timorem Domini docebo vos (hijos, oídme; os enseñaré el temor del Señor) Así hablaba don Bosco a sus hijos de quienes debía separarse unos días para ir a Montemagno, donde el día 8 de septiembre se celebraba la fiesta del Sagrado Corazón de María. La marquesa de Fassatti había regalado un magnífico cuadro, pintado por Lorenzoni, para el altar de la Virgen y fundaba una capellanía de cuatrocientas liras al año para entregar al cura párroco, en favor de un sacerdote por él escogido, que cada sábado celebrase de madrugada una función en aquel altar. Esta debía consistir en la celebración de la santa misa, el canto de las letanías de la Virgen María y la bendición con el Santísimo Sacramento. Se había también establecido erigir la cofradía del Sagrado Corazón de María y se deseaba un triduo predicado, a modo de ejercicios espirituales, como preparación para este gran acto. La Marquesa había tratado el asunto con don Bosco a principios (**Es7.216**))
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