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((**Es7.200**) He visto cuatro lobos, que corrían de un lado para otro en medio de vosotros, y de cuyas dentelladas fueron víctimas algunos. Quizá ya no se hallen todos estos lobos rapaces en el Oratorio, pero, si aún estuvieren, quiero arrancar de su espalda la piel de cordero con que se quieren revestir. En otra visita he visto a algunos que, durante las oraciones de la noche, estaban charlando en la terraza junto al campanario. Otros, arriba de la escalera pequeña de la casa nueva. Provera echó fuera a los que estaban en la planta baja, mas no vió a los que se hallaban en los pisos superiores. ((**It7.227**)) He visto también algunos que salieron el domingo por la mañana y perdieron parte de las funciones religiosas. Pero me disgustó mucho que varios se escaparan durante las funciones de la tarde, para ir a nadar. íPobres muchachos! íQué poco piensan en su alma! Igualmente he visto a muchos que tenían una serpiente retorciéndose alrededor de su cuerpo y a punto de morderles en la garganta. Algunos de ellos lloraban diciendo: Inique egimus (Hicimos mal). Otros reían cantando: Fecimus hoc: quid accidit nobis? (Hicimos eso: y qué nos pasó?) Mas entre tanto, apretándoles la garganta, casi les faltaba la respiración. Hoy veo, además, que el demonio hace mucho mal con el ocio. Animo, amigos míos; pronto estaré con vosotros y, a una con don Víctor Alasonatti, los demás sacerdotes y clérigos, y hasta con las barbas del Caballero, acabaremos con lobos y serpientes y el ocio de nuestra casa. Después os lo contaré todo. Querría deciros aún más cosas, pero no tengo tiempo. He recibido bastantes cartas vuestras, las cuales me han gustado muchísimo: siento no poder responder a cada uno. Se lo agradezco a todos y, si me queda un trocito de tiempo, les daré la correspondiente respuesta. El viernes por la mañana (25), con la ayuda del Señor espero hallarme de nuevo en vuestra compañía. La gracia de Nuestro Señor Jesucristo esté siempre con vosotros y la santísima Virgen nos conserve siempre suyos. Amén. San Ignacio de Lanzo, 21 de julio 1862. Vuestro afectísimo en el Señor JUAN BOSCO, Pbro. NB. Don Miguel Rúa o don Víctor Alasonatti lean esta carta a todos, después de las oraciones. Unida a ella, había otra para el caballero Oreglia di Santo Stefano. Amadísimo Señor Caballero: He recibido sus dos cartas. Todo muy bien. Busque dinero, coloque boletos, recoja objetos y eso marchará estupendamente. Usted anímese, y mucho. Rumores fuge (Huye de los ruidos), de lo contrario se queda uno sordo. Entre tanto, ruégole comunique mis nuevas a la señora Gastaldi y a la señora Massarola, saludándoles y agradeciéndoles de mi parte cuanto hacen por la Tómbola. Diga lo mismo al benemérito señor Grosso. Un saludo para Boggero, Bonetti, Cuffia, los dos Peruccati, Morando, Bongiovanni el mayor, Pelazza y don Juan Bautista Francesia que me han escrito. (**Es7.200**))
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