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((**Es7.194**) audivi secundum animal, dicens: Veni et vide. Et exivit alius equus rufus: et qui sedebat super illum datum est ei ut sumeret pacem de terra; et ut invicem se interficiant et datus est ei gladius magnus. (Cuando abrió el segundo sello, oí al segundo Ser que decía: <>. Entonces salió otro caballo, rojo; al que lo montaba se le concedió quitar de la tierra la paz, para que se degollaran unos a otros; se le dio una espada grande). En el sueño de don Bosco parece que el caballo representase a la democracia sectaria, que procediendo furiosamente contra la Iglesia avanzaba atentando contra el orden social, sin detenerse un solo paso; se imponía a los gobiernos, en las escuelas, en los municipios, en los tribunales, anhelando realizar la obra destructora comenzada con el apoyo y complicidad de las autoridades constituidas, en perjuicio de la sociedad religiosa y de todo piadoso instituto y del derecho común de propiedad. Don Bosco, decía: -Sería necesario que todos los buenos y nosotros en nuestra pequeñez procurásemos con celo y entusiasmo poner un freno a esta bestia que irrumpe por doquier alocadamente. De qué manera? Poniendo en guardia a los pueblos mediante el ejercicio de la caridad y con la buena prensa que contrarreste las falsas doctrinas de semejante monstruo, orientando el pensamiento de los pueblos y los corazones hacia la Cátedra de Pedro. En ella está el fundamento indudable de toda autoridad que procede de Dios, la llave maestra que conserva todo orden social; el código inmutable de los deberes y los derechos de los hombres; la luz divina que disipa los errores de las más encadenadas pasiones; aquí el fiel guardián y el defensor poderoso de la moral evangélica y de la ley natural; aquí la confirmación de la sanción inmutable de los premios eternos reservados a quienes observen la ley del Señor y las penas, igualmente eternas, para los transgresores de la misma. Pero la Iglesia, la Cátedra de San Pedro y el Papa, son una misma cosa. Por tanto, para que estas verdades fuesen acatadas por todos, don Bosco quería que se hiciese toda suerte de esfuerzos por acabar con las calumnias contra el Papa y que se diesen ((**It7.220**)) las pruebas de los inmensos beneficios aportados por él a la vida social y se procurase avivar en todos, sentimientos de gratitud, fidelidad y amor hacia él. Así se conducía don Bosco que se mostraba verdaderamente grande en el amor al Sumo Pontífice, con hechos y palabras. Decía que habría besado una por una las páginas de la historia eclesiástica de Salzano, precisamente porque este historiador (**Es7.194**))
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