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((**Es7.141**) Mucho me temo que el demonio meta la cola en este asunto y que, bajo el aspecto de intereses materiales, consiga armar discordia entre las personas y causar perjuicio, como lamentamos en muchas ocasiones, al poco bien, que, quitado el egoísmo y el interés, podría hacerse en favor de la almas. He escrito con la mente turbada por esa bendita carta del abogado canónigo Pinoli, por lo que, si hubiese alguna expresión que pudiera parecer mordaz, aseguro que no es voluntaria; más aún, puedo asegurarle que sólo he escrito lo que me parece es para mayor gloria de Dios y bien de las almas. Ruégole, señor Teólogo, comunique la presente al mencionado canónigo Pinoli, y, si lo cree oportuno, al mismo monseñor Moreno, los cuales espero comprenderán enseguida la razón de mis afirmaciones. Cuénteme siempre entre los que le quieren en el Señor, mientras con todo aprecio y veneración me profeso de V.S. Turín, 10 de mayo de 1862. Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. ((**It7.155**)) Después de escribir esta carta, no abandonó su plan y entregó a sus muchachos, que comenzaban a componer con esmero, los manuscritos preparados para las Lecturas Católicas, que debían salir a la luz desde la imprenta del Oratorio de San Francisco de Sales. El primero, destinado para el mes de junio, fue: Teófilo, o sea el joven ermitaño: amena narración, por el canónigo Cristóbal Schmid. -Una tempestad arroja a Teófilo sobre un islote deshabitado en medio del mar. Durante tres años la divina Providencia le ayuda a encontrar los medios para resolver sus necesidades y al fin le devuelve maravillosamente hasta su playa nativa. Con ello se demuestra que el que reza confirma el proverbio de que el bien nace del mal y Dios sabe aprovecharlo todo para algo mejor. El fascículo para el mes de agosto fue: El pontificado de San Félix I y de San Eutiquiano, papas y mártires, por el sacerdote Juan Bosco (M). Se demuestra en él la visibilidad de la Iglesia verdadera. Se describen también los sufrimientos de algunos mártires contemporáneos. En el apéndice se narran los suplicios, soportados por San Caritón Abad, por la fe, sus virtudes y la fundación de varios monasterios de monjes en Palestina. El tercer volumen que salía de la imprenta del Oratorio, para el mes de septiembre, era: El poder de las tinieblas, o sea observaciones dogmático-morales sobre los espíritus maléficos y los hombres perversos, seguidas de la relación de una invasión diabólica sucedida en el año 1858 en Val de la Torre. Se exponen en él: el poder externo de los demonios sobre los objetos exteriores, sus tentaciones y obsesiones, la magia, el magnetismo, (**Es7.141**))
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