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((**Es6.88**) un cobarde rubor... íLe asusta una burla, una sonrisa maliciosa! Y eso que se trata de obedecer a Dios y a su santa Iglesia en cosas gravísimas, como oír misa en los días festivos, abstenerse de comer carne en viernes y en sábado, acercarse a los sacramentos por Pascua, no aplaudir a los que sostienen conversaciones obscenas y otras cosas por el estilo. íY al obrar diversamente se juega uno la eterna salvación! No es esto una locura? Perder el alma por las vulgares palabras de un necio, que se reirá de vuestra ruindad! Acordaos de lo que dijo Jesucristo: <>. íMirad a san Pablo e imitadle! Cuando fue a la ciudad de Damasco y entró en la sinagoga, declaró él mismo su conversión, diciendo francamente ante todos: -Yo soy aquél que perseguía a los cristianos; pero ahora también soy cristiano. Jesús es el Mesías prometido. El es el verdadero Hijo de Dios. Todos quedaron atónitos al oír su profesión de fe, especialmente cuando contemplaron sus milagros. Los enfermos curaban al contacto de sus manos, o al besar su pañuelo o cualquier objeto suyo. Así premiaba Dios la generosidad con que había obedecido su mandato, y el fabricante de tiendas de piel para los soldados se convirtió en el gran apóstol de las gentes. En él se cumplió la palabra del Salvador: <>. ((**It6.105**)) En estos términos habló don Bosco durante las primeras semanas de diciembre. Al término de cada platiquita, se despedía de los muchachos, como un padre de sus hijos, con el augurio de: <<íBuenas noches!>>, al que todos los muchachos correspondían con el saludo cordial y sonoro de <<ígracias!>>1. Al bajar de la pequeña tribuna, los muchachos le rodeaban deseando cada uno de ellos oír de sus labios una palabra confidencial. Y él, con toda calma y bondad, los complacía. Declara el canónigo Anfossi: <>. El augurio de don Bosco los acompañaba, porque la buena noche iba preparada con sus palabras y envuelta en sus prescripciones. 1 Las buenas noches: En los colegios salesianos de España se introdujo, desde un principio, una costumbre que todavia los acompaña. Se empiezan las <>, que tales son las ocasiones hoy en día, con el clásico saludo de: <>, por parte de quien las da, y se cierran con la despedida: <>, por parte de quienes las reciben. (N. del T.)(**Es6.88**))
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