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((**Es6.765**) nuestra comida. Fuimos después de paseo por los prados frente a Buttigliera y, a la hora de ponerse el sol, vimos aparecer por aquella parte a nuestros cómicos. Al poco rato sonó la campana que nos llamaba a la novena del Rosario para oír el sermón, y después de cenar entonamos en la era diversas canciones, hasta que se nos llamó al rezo de oraciones y al dormitorio. El 5 de octubre nos levantamos a las siete, y solitos y silenciosos, esparcidos acá y allá, fuimos a respirar el aire puro de los bosques cercanos; pero, después de oír la santa misa, comenzó la alegría ruidosa, el bromear, el reír, el saltar, correr y jugar e ((**It6.1014**)) ir a las alquerías de los alrededores para comprar nueces, leche, uvas, etc. Después de la comida, divididos en grupos, unos se encaminaron hacia Montafía, otros a Morialdo para salir al encuentro de don Bosco que volvía de Castelnuovo adonde había ido para invitar al teólogo Cinzano a la fiesta; algunos se quedaron sentados a la sombra de los árboles cerca de la casa. Los demás se encaminaron hacia Buttigliera, adonde tenían que llegar los cantores con la banda de música. En efecto, no tardaron éstos en aparecer y ser recibidos con aplausos, saludos, cumplimientos y bromas de los que los aguardaban. La campana invitó entonces a todos a la iglesia donde, después de cantar las letanías del maestro Madonno y el Tantum ergo del maestro Bianchi, se impartió solemnemente la bendición con Su Divina Majestad. Después de cenar, se rezaron las oraciones, dio don Bosco algunos avisos, y fuimos a descansar, rendidos la mayor parte de nosotros de tanto caminar. El 6 de octubre, domingo, fue un día espléndido de sol. A las ocho hubo misa con muchas comuniones. A las nueve, a toque de tambor, fuimos todos a la misa solemne con música. Por la tarde, después del banquete de amigos que se nos dio, redobló de nuevo el tambor para las funciones vespertinas, a las que asistió muchísima gente, llegada de todos los pueblos a la redonda. Después hubo lanzamiento de globos aerostáticos y teatro. El escenario estaba rodeado de adornos y lámparas campestres. La señora Damevino iluminó las ventanas de su alquería y allí se encendieron los fuegos artificiales, se lanzaron los cohetes y tocó la banda una serenata. Cuando se dispersó la muchedumbre de espectadores, cenaron los muchachos; a continuación, durante una hora, poco más o menos, se cantó, se saltó y se representó una alegre pantomima, hasta que llegó don Bosco que había andado un trecho de camino en compañía del teólogo Cinzano que volvió a Castelnuovo. Se cantó entonces una canción y se rezaron las oraciones, y dio don Bosco, como de (**Es6.765**))
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