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((**Es6.702**) satisfechísimo para ingresar en el primer curso. La misma propuesta hizo a Tamone, natural de Giaveno y zapatero: -Porque, le dijo: te vi segando, pero no lo hacías a gusto. Otro artesano, a la sazón encuadernador, pasó también a la sección de los estudiantes. >>El siervo de Dios no dio a conocer su nombre. >>El cuarto fue un alumno que había entrado en el Oratorio como artesano y que estaba aprendiendo el oficio de sastre; a éste le vio don Bosco en el sueño arrancando la hierba nociva. El mismo joven manifestó confidencialmente al clérigo Ruffino que su conducta pasada había dejado algo que desear, pero que en poco tiempo demostró tal espíritu de piedad que fue propuesto como modelo y se le vio practicar ((**It6.930**)) actos de virtud, especialmente de humildad, difíciles de olvidar. Estando en la sección de estudiantes, sucedió, por dos veces, que habiendo otro alumno que llevaba un nombre semejante al suyo, ocasionó que en la nota semanal del estudio, por error del encargado, obtuviera un bene y un fere óptime. Cuando se dan estos casos de equivocación, sucede casi siempre que los jóvenes, incluso los mejores, suelen reclamar contra la injusticia involuntaria, y si no se lamentan, al menos procuran hacer reconocer su inocencia y la rectificación de la nota. >>Pero nuestro jovencito, sin inmutarse por nada, a los que le manifestaban su extrañeza, pues el error había sido manifiesto, induciéndole, por tanto, a reclamar, les decía simplemente: >>-íMe lo mereceré! >>Y nada hizo para que se rectificase aquella nota, estando dispuesto a someterse a la privación del premio prometido a quienes a lo largo del año hubiesen sacado óptime todas las semanas. >>El mes de mayo, que había empezado tan felizmente, atraía a las almas hacia las cosas celestiales. El joven Parigi, que fue después un santo sacerdote, un día en que se hablaba en clase del paraíso, quedó tan absorto en el pensamiento de la celestial mansión, que los compañeros tuvieron que sacudirlo para que atendiera a la lección>>. Y don Bosco se industriaba para infundir en sus alumnos una devoción tierna y sólida a María Santísima y les enseñaba a amarla como a madre cariñosa y honrarla e invocarla como a reina poderosa. Escribe Bonetti en el Capítulo Ll de los Cinco Lustros de Historia del Oratorio Salesiano: <(**Es6.702**))
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