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((**Es6.684**) íy de tantas promesas!..., después de haberles avisado tantas veces? íJamás me habría esperado semejante desengaño! -Y no encontraba punto de reposo. ((**It6.905**)) Entonces mi intérprete comenzó a reprenderme: -íMira el soberbio éste! Y quién eres tú para pretender convertir a las almas con tu trabajo? Porque amas a los jóvenes pretendes que correspondan a tus desvelos? Acaso crees que amas más a las almas que Nuestro Divino Salvador y que has sufrido y padecido por ellas más que El? Piensas que tu palabra es más eficaz que la de Jesucristo? Acaso predicas tú mejor que El? Te imaginas que has tenido mayor caridad y que tu solicitud ha sido más grande para con tus jóvenes que la que El empleó para con sus Apóstoles? Tú sabes que vivían con El continuamente, que gozaban ininterrumpidamente del cúmulo de sus beneficios, que oían día y noche sus amonestaciones y los preceptos de su doctrina, que contemplaban sus obras que debían ser un vivo estímulo para la santificación de sus costumbres. íCuánto no hizo y dijo en favor de Judas! Y, con todo, Judas le traicionó y murió impenitente. Eres tú acaso mejor que los Apóstoles? Pues bien, los Apóstoles eligieron siete diáconos, sólamente siete, seleccionados con la mayor solicitud, y, con todo, uno prevaricó. Y tú, entre quinientos, te maravillas de este pequeño número que no corresponde a tus cuidados? Pretendes conseguir que entre ellos no haya ninguno malo, ningún pervertido? íVaya con el soberbio éste! Al oír esto callé, pero no sin sentir mi alma oprimida por el dolor. -Por lo demás, consuélate, -prosiguió aquel hombre, viéndome tan abatido. Y me hizo dar otra vuelta a la rueda, mientras decía: -íAdmira la generosidad de Dios! Observa cuántas almas te quiere regalar. Ves ese gran número de jóvenes? Volví a mirar a través de la lente y vi una muchedumbre inmensa de jóvenes, a los cuales desconocía por completo. -Sí, los veo, -respondí-, pero no los conozco. -Pues bien, éstos son los que el Señor te dará en lugar de aquéllos que no corresponden a tus cuidados. Ten presente que por cada uno de ellos el Señor te dará cien. -íAh! ípobre de mí!, -exclamé-; tengo la casa llena; dónde colocaré a todos estos jóvenes nuevos? -No te preocupes. Por ahora tienes sitio para todos. Más adelante, Aquel que te los envía, te indicará dónde los tienes que albergar. El mismo te proporcionará el sitio. -No es tanto el lugar donde colocarlos lo que me preocupa, cuanto la manera de darles de comer. ((**It6.906**)) -No pienses ahora en eso; el Señor proveerá. -Sí es así, perfectamente, -repliqué lleno de consuelo. Y observando durante largo rato y con gran complacencia a aquellos jóvenes, retuve la fisonomía de muchos de ellos, de forma que ahora los reconocería si los volviera a ver. Y así terminó de hablar don Bosco en la noche del 2 de mayo. II En la noche del 3 de mayo prosiguió su relato. A través de aquel cristal pudo ver la vocación de cada uno de sus (**Es6.684**))
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