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((**Es6.683**) con las patas delanteras apretaba fuertemente las gargantas de sus infelices víctimas, de forma que el rostro de aquellos desgraciados muchachos se tornaba de un color rojo sanguinolento, y sus ojos, inyectados en sangre, parecía que iban a saltar de sus órbitas. Con las patas de atrás les apretaban los muslos de manera que a duras penas les consentían moverse, y con la cola, que les llegaba hasta el suelo, les enredaban las piernas hasta el punto que les hacían imposible el caminar. Esto representaba a los jóvenes que después de los ejercicios espirituales continúan en pecado mortal, especialmente contra la pureza y la modestia, habiéndose hecho reos en materia grave contra el sexto mandamiento. El demonio les apretaba la garganta para no dejarles hablar cuando debían hacerlo; les hacía enrojecer hasta perder la cabeza, y proceder de una manera irracional, haciéndoles esclavos de una vergüenza fatídica, que, en lugar de inducirlos a la salvación, los lleva a la ruina. Mediante sus estratagemas les hacen saltar los ojos de las órbitas, para que no puedan ver sus miserias y los medios para salir del estado miserable en que se encuentran, haciéndoles víctimas de su aprensión ((**It6.904**)) y repugnancia hacia los Santos Sacramentos. Los tienen aprisionados por los muslos y por las piernas, para que no puedan moverse ni dar un paso por el camino del bien; tal es el procedimiento de la pasión, a causa del hábito contraído, que llegan a creer imposible la enmienda. Os aseguro, queridos jóvenes, que derramé abundantes lágrimas al contemplar aquel espectáculo. Habría deseado precipitarme a salvar a aquellos infelices, pero apenas me separaba de la lente, nada veía. Quise entonces tomar nota de los nombres de los tres desgraciados, pero el amigo me replicó: -Es inútil, pues están ya escritos en este libro que tengo en la mano. Entonces, con el corazón lleno de una emoción indecible y con lagrimas en los ojos, me volví al compañero y le dije: -Pero es posible que se encuentren en semejante estado estos tres pobres jóvenes a los cuales he dado tantos consejos y a los que tantos cuidados he dedicado en la confesión y fuera de ella? Y seguidamente le pregunté qué es lo que deberían hacer para arrojar de encima a tan horribles monstruos. Entonces, mi compañero, comenzó a decir muy de prisa y entre dientes estas palabras: Labor, sudor, fervor. (Trabajo, sudor, fervor). -Es inútil; si hablas así no te entenderé nada. -íVaya! Estás acostumbrado al empleo de la gramática y al uso de las construcciones en las clases y no comprendes? Presta atención: Labor, punto y coma; sudor, punto y coma; fervor, punto. Has entendido? -He comprendido el sentido material de las palabras, pero es necesario que tú me digas el significado. Y el guía continuó: -Labor in assiduis operibus; sudor in poenitentiis continuis; fervor in orationibus ferventibus et perseverantibus. (Trabajo en las obras asiduas; sudor en las penitencias continuas; fervor en las oraciones fervorosas y perseverantes). Pero, por éstos es inútil que te sacrifiques, no conseguirás ganartelos, pues no quieren sacudir el yugo de Satanas, del cual son esclavos. Entretanto, yo seguía mirando por la lente y me atormentaba pensando: -Pero todos éstos se han de perder irremisiblemente? Es posible? Aun después de haber hecho los ejercicios espirituales? También aquéllos? Y aquellos otros? Después de haber hecho tanto por ellos..., después de haber trabajado tanto..., después de tantos sermones..., después de tantos consejos como les he dado...?, (**Es6.683**))
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