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((**Es6.664**) representando el Oratorio del presente y del futuro; a todos los alumnos de entonces en el Oratorio y a los que vendrían después, con su retrato moral y su suerte en el porvenir; a la Pía Sociedad Salesiana con su crecimiento, sus peripecias y azares; a la Iglesia Católica con las odiosas persecuciones preparadas por sus enemigos, y los triunfos que alcanzaría; y así sucesivamente con referencia a otros hechos particulares o generales. Ante perspectivas tan amplias, entrelazándose y confundiéndose, en el desarrollo de las escenas, hechos, personas y cosas, no podía don Bosco, no sabía exponer por entero lo que se había desarrollado tan vivamente ante su imaginación; y era conveniente, y aun justo, callar muchas cosas o manifestarlas sólo a personas prudentes, a las que podía servir este secreto de consuelo o de aviso. Así, pues, al exponer don Bosco a los muchachos varios sueños, de los que a su tiempo tendremos que hablar, elegía lo que les podía ser más útil, por ser ésta la intención del que inspiraba aquellas misteriosas revelaciones. Pero, de vez en cuando, don Bosco, por la honda impresión que había recibido, y también por el estudio de la selección, aludía confusamente y de pasada a otros hechos, cosas, e ideas, a veces diríase que incoherentes y ajenas a su relato, pero que revelaban ser mucho más lo que callaba que lo que decía. Esto había hecho precisamente en aquellos días al describir su magnífico paseo; y nosotros trataremos de explicarlo brevemente, ya con algunas palabras de don Bosco, ya con algunas reflexiones nuestras, que sometemos al discreto examen de los lectores. Diremos pues: 1.° La colina que don Bosco encuentra al principio ((**It6.880**)) de su camino, parece que representa el Oratorio. Prevalece en ella una vegetación joven. No existen árboles añosos de tronco alto y grueso. En todas las estaciones se recogen flores y frutos; lo mismo sucederá en el Oratorio. Este, como todas las obras de Dios, se mantiene de la beneficiencia, de la cual dice el Eclesiástico en el Capítulo XL, que es como un jardín bendecido por Dios que da preciosos frutos; frutos de inmortalidad, semejante al Paraíso terrenal; entre los demás árboles estaba el árbol de la vida. 2.° El que sube a la montaña es el hombre dichoso descrito en el Salmo LXXXIII, cuya fortaleza radica toda en el Señor. A pesar de encontrarse en esta tierra, en este valle de lágrimas, ascensiones in corde suo disposuit (determinó en su corazón subir), está dispuesto a subir continuamente hasta llegar al tabernáculo del Altísimo, o sea, al cielo. Y en su compañía otros muchos. Y el legislador, Jesucristo, (**Es6.664**))
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