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((**Es6.46**) Quizá tenía también prisa por el envío del opúsculo de septiembre que se titulaba: Guía de la juventud por los caminos de la salvación, obra de ((**It6.44**)) CLAUDIO ARVISENET, publicada en Bruselas por la sociedad nacional de la propagación de los buenos libros. Era una traducción del francés. El autor, después de un afectuoso prólogo dirigido a los jóvenes, presenta para su meditación las verdades eternas; la necesidad de empezar a tiempo a servir a Dios que los ama; las penas, aun temporales, con que son castigados los jóvenes que viven en pecado; la obediencia que deben a los padres y a los superiores; la devoción a María; las virtudes que han de practicar y los peligros que deben evitar; la frecuencia de los sacramentos recibidos dignamente; la sumisión al Papa, a la Iglesia y a sus pastores; la devoción al santo Angel de la Guarda y al Santo protector, cuyo nombre lleva cada uno. Esta entrega llevaba en sus primeras páginas un documento importantísimo, prueba evidente de la benevolencia de Pío IX y de su especial aprecio a las Lecturas Católicas. Don Bosco había obtenido el gran favor de que Su Santidad ordenara a su Vicario, el eminentísimo cardenal Patrizi, que, con una circular expresa, recomendase esta publicación periódica a todos los arzobispos y obispos de los Estados Pontificios y la introdujeran en sus diócesis. La circular llevaba fecha del veintidós de mayo. Al imprimirla, don Bosco la encabezó con unas palabras de presentación: A los beneméritos suscriptores y a los benévolos lectores de las Lecturas Católicas. Hace pocos meses que esta Dirección, llena de satisfacción, os daba la noticia de que Su Santidad el Papa reinante Pío IX, por su gran bondad, dignábase impartir la bendición apostólica a todos los que trabajan en la difusión de las Lecturas Católicas. Con no menor consuelo os participo ahora que su Santidad misma se ha dignado favorecer la difusión ((**It6.45**)) de estos libritos de muchas otras maneras. Dio orden al eminentísimo cardenal Vicario de enviar una circular a los Obispos y Arzobispos de los Estados Pontificios para que emplearan su paternal solicitud a fin de introducirlos en sus respectivas diócesis, dispensó de los derechos de aduanas y del franqueo postal lo mismo los paquetes postales que los ejemplares sueltos dirigidos a sus Estados. La voz del Supremo Jerarca de la Iglesia obtuvo el efecto deseado. Arzobispos, Obispos, Vicarios Generales, Párrocos y otros celosos personajes se preocuparon de dar a conocer estas Lecturas y los asociados aumentaron hasta llegar a doce mil, sólo en los Estados Pontificios. Todo esto sirve de consuelo para vosotros como lo es para nosotros. Nuestros humildes trabajos y vuestras constantes preocupaciones, bendecidas por el Vicario de Jesucristo, no dejarán de dar frutos proporcionados a las necesidades.(**Es6.46**))
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