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((**Es6.451**) demasiado fácil a prestar fe a los informes de los mal intencionados, envidiosos de la suerte de los demás, y obstinado en sus prevenciones. Pero don Bosco tenía tan buen concepto de Buzzetti, que no quiso creer las repetidas afirmaciones del ingeniero, por lo que éste renunció a prestar sus servicios en el Oratorio, pues siempre se le oía decir: -Conozco a Buzzetti, no está capacitado para esto. Buzzetti, perfectamente enterado de las voces que corrían sobre él, calló siempre, porque tenía puesta plena confianza en don Bosco. En efecto, mientras se intentaba echarle del Oratorio, fue despedido el antiguo empresario. Buzzetti ocupó su puesto en calidad de maestro de obras y ahí comenzó su fortuna. Confióle don Bosco la construcción de todos sus edificios durante treinta años, de suerte que llegó a ser uno de los más estimados constructores y empresarios de edificios e iglesias en Turín. El segundo propósito de don Bosco fue aumentar el número de sus alumnos, especialmente para la formación del Clero. Para satisfacer las necesidades que le exponían desde todos los ángulos del Piamonte, esperando alguna ayuda, determinó don Bosco proponer a familias acomodadas y a personas caritativas, que si querían enviarle muchachos capacitados para comenzar ya los cursos del gimnasio o bachillerato, él se encargaría de hacerles cursar los cinco cursos con el pago adelantado de sólo quinientas liras por una vez. Al mismo tiempo, y para mayor estímulo de la caridad, pensaba prometer que, parte de aquella suma, se emplearía para levantar el nuevo edificio de Valdocco. Había quien lo disuadía de semejante proyecto, como de algo ruinoso; estaba entre ellos don José Cafasso, el cual, después de oír sus razones y haberse asegurado de que ((**It6.600**)) la idea había sido bendecida por Dios, decía: -Es inútil, quiere obrar a su manera; pero hay que dejarle hacer porque, hasta cuando un proyecto fuera desaconsejable, a don Bosco le sale bien. Así, pues, don Bosco preparó una circular, en la que presentó la propuesta de aquel favor también para los muchachos que deseasen aprender un arte o un oficio, y algunos meses después la publicó y envió a muchas ciudades y pueblos. Ilustrísimo Señor: El vivo deseo de proveer a la necesidad, cada día mayor, de la educación moral de la juventud y el gran número de jovencitos que piden ser admitidos en esta casa, llamada Oratorio de San Francisco de Sales, hacen doloroso el tener que rechazar (**Es6.451**))
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