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((**Es6.439**) artículos más, motejando siempre al Oratorio de centro de reacción y vivero de curas. ((**It6.584**)) Pero don Bosco experimentaba la eficacia de aquella promesa: Ego eripiam te de affligentibus te (yo te arrancaré de las garras de los que te afligen), y resolvió ampliar el Oratorio. La tranquilidad de su ánimo demostraba su inalterable esperanza en la protección del cielo. Ya hacía tiempo que había proyectado, con el venerable padre Anglesio, la adquisición de los edificios y terrenos adyacentes para doblar el número de internos. Con ese fin citó una noche a los miembros del Capítulo y les dijo: -La inspección dio ocasión a los periódicos, amigos y enemigos, para hablar de nosotros y de nuestras obras. He aquí, pues, un momento oportuno para ampliarlas. Con estas molestias ha querido el Señor que el mundo nos conozca; aprovechémoslas. Han intentado los enemigos cerrar el Oratorio; la causa principal de tantos fastidios fueron las delaciones de cierto sujeto, que ha sido muy favorecido por esta casa y que, sin embargo, quiso aparentar desaprensión en asuntos de religión con tal de alcanzar un ascenso en su carrera; y nosotros mañana vamos a proceder a la adquisición de los locales contiguos de la señora Ganna, viuda de Filippi. El gasto será de ochenta mil liras. Estad tranquilos, el próximo año tendremos un gran número de alumnos. Atestiguan haberle oído decir estas palabras, don Miguel Rúa, don Angel Savio y otros. En efecto, Dios había abierto el camino a don Bosco para llegar a esta meta. Al este del Oratorio había un edificio destinado a la sazón a fábrica de seda, propiedad del hijo de la viuda de Filippi. Con la intención de verse libre de las molestias de las obreras, había hecho don Bosco diversas gestiones para adquirirlo, mas sin resultado alguno. Cuando he aquí que, después del registro, el mismo propietario preguntó a don Bosco si todavía quería comprarlo. -Sí, contestó don Bosco, pero ahora no tengo dinero. -No se preocupe por esto, replicó el buen señor; ((**It6.585**)) si hoy no puede, mañana será otro día. Yo no tengo prisa. Poco después pasó por el Oratorio el caballero Cotta; hablóle don Bosco de la compra de la casa de los Filippi y del importe de la misma. El señor Cotta aprobó la operación y sin más, añadió: -Hágalo; la mitad corre de mi cuenta. Y en seguida se firmó el compromiso, estando presentes don Juan Bautista Francesia y don Francisco Vaschetti, que se maravillaron de la generosa oferta. (**Es6.439**))
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