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((**Es6.410**) ilustre desterrado le advertía que contaba con él para un asunto delicado que le interesaba muchísimo y con el que haría un gran servicio a la Archidiócesis. Rogábale, por tanto, se encargara de hacer llegar a los párrocos una carta pastoral, confidencial, en la que les daba ciertas normas necesarias acerca de cómo tenían que conducirse en medio de tantas luchas como debían aguantar por la justicia. Al mismo tiempo rogaba le indicara cómo podía hacerle llegar con seguridad aquellas circulares, sin miedo a que cayeran en manos del Gobierno. Si tenía dificultades o temor de comprometerse, se lo hiciera saber. De todos modos le pedía una respuesta rápida. La carta no llegó a su destino. Pero algún tiempo después recibió don Bosco una esquela del Arzobispo mismo, llevada a mano por un amigo, en la que se lamentaba el Prelado de que no hubiera contestado don Bosco; y le decía que ya no necesitaba el servicio que le había pedido, porque se había dirigido a otras personas para hacer llegar a su destino aquellas instrucciones. ((**It6.546**)) Sólo algún año después pudo conocer don Bosco esta nueva prueba de confianza que le había dado su Arzobispo. Pero, cómo se había perdido la primera carta? La habían reconocido y abierto en la oficina de correos y fue secuestrada por orden del Ministerio. Don Bosco, que no sabía nada de un asunto tan comprometedor, vivía tranquilo, cuando he aquí que tres días antes del registro, durante la noche del miércoles al jueves, tuvo un sueño, que, interprétese como se quiera, le resultó muy útil. Así lo contó él mismo: <>Entonces uno de ellos, con aire bondadoso me dijo: >>-Por qué no habéis quitado de en medio tal y tal escrito? Os gustaría que se encontrasen aquellas cartas del Arzobispo que os podrían proporcionar serios disgustos a vos y a él? Y aquellas otras de Roma, que ya casi olvidadas están aquí -e indicaba el sitio-y aquellas otras que están allá? Si las hubieseis hecho desaparecer os habríais librado de muchas molestias. >>Al hacerse de día, en plan de broma, conté el sueño, que consideré como un engendro de mi fantasía. Mas, a pesar de ello, puse en orden algunas cosas y quité de en medio algunos escritos, cuya lectura me podía perjudicar. >>Estos escritos eran cartas confidenciales, que en realidad nada (**Es6.410**))
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