Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es6.368**) ellos eran cabecillas, formaban una pandilla para cometer atropellos y fechorías. Tan pronto como vieron a don Bosco comenzaron a burlarse. Pero él se les acercó y con amables maneras les preguntó de dónde eran y qué hacían. Respondieron que no tenían trabajo y que tampoco lo buscaban. Entonces don Bosco los invitó a ir a una casa donde encontrarían albergue, trabajo y comida. Los muchachos preguntaron: -Quiere usted llevarnos a su Oratorio? -Eso es, respondió don Bosco; si queréis, venid conmigo. Uno de los mozos repitió la propuesta: -Vamos? Uno tras otro asintieron y don Bosco ((**It6.486**)) se los llevó al Oratorio. Reunidos los alumnos a su alrededor, en un rincón del patio, les dijo: -íHabrá que emplear mucha paciencia con los recién llegados! Tened cuidado. En efecto, cada palabra que salía de su boca era una blasfemia o una obscenidad. Al llegar la noche y entrar en el dormitorio, reían a carcajadas, voceaban, interrumpían la lectura, silbaban al clérigo asistente que les invitaba a callar. Alguno, en cuanto se vio calzado y vestido, desapareció del Oratorio unos días después; los que quedaron, se encarrilaron hacia un oficio. Resulta fácil imaginar lo que costó acostumbrarlos al bien obrar. Con todo don Bosco no tardó mucho tiempo, a fuerza de hacerse querer, en llevarlos por el buen camino. Nos refirió José Rossi: <>. Pero un buen clérigo anticipó el momento de su conversión. Compadecido de la vida desgraciada de aquellos muchachos y movido por las irreverencias que cometían en la iglesia, rogaba con toda su alma a la Santísima Virgen para que quisiera tocar su corazón durante el mes de mayo. Pasaron unos días, y he aquí que uno de ellos, una tarde después de la función eucarística, fue en busca de dicho clérigo y hondamente conmovido le rogó que le enseñara la manera de cambiar de vida y añadió que, estando en la iglesia, mientras se cantaba el Bendita sea la Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María, le había parecido ver a la Virgen que le tendía amablemente los brazos desde su altar. Aconsejóle el clérigo que hiciera una confesión general; y se confesó. Desde aquel momento el afortunado joven empezó a ser, y siguió ((**It6.487**)) siéndolo durante los (**Es6.368**))
<Anterior: 6. 367><Siguiente: 6. 369>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com