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((**Es6.350**) >>-Mira, yo sé perfectamente que tú has hecho esto y esto (y me dijo el pecado tal como era). >>Estoy fuera de mí, siguió diciendo mi compañero, y, asombrado, he aprendido a mis expensas que cuando uno ha hecho una travesura gorda no vale la pena de ir a confesarse con otro, puesto que don Bosco lo sabe igual>>. Hasta aquí don Juan Turchi, que no fue el único en dar un testimonio semejante sobre don Bosco. El profesor don Juan Garino nos entregó la relación siguiente: <>Todos reían gastándole bromas confiadamente, pero con respeto, como suelen los buenos hijos que quieren a su ((**It6.461**)) padre. Entre otras muchas cosas, alguien empezó a decir que don Bosco veía el futuro, que sabía cuándo uno tenía que morir, y otras cosas por el estilo. Recuerdo que aquella misma mañana y en aquel mismo lugar, dijo don Bosco al oído de uno y de otro ciertos secretos, de los que todos quedaban muy maravillados. A su derecha se sentaba sobre un pequeño banco Evaristo C... Era un muchacho despejado, pero no de los más ejemplares; se reía de lo que don Bosco y sus compañeros decían y hacían, con cierto aire de desprecio, dando a entender lo que él pensaba de todo aquello. De pronto dijo: >>-Don Bosco, yo no creo que usted vea las cosas ocultas. Dígame... >>Y provocaba a don Bosco a que le dijera no sé qué secreto suyo. >>Don Bosco le tomó por la palabra, e inclinando la cabeza hasta su oreja le susurró unas palabras, que nosotros no oímos. Pero el muchacho enrojeció, calló, se puso serio y no se atrevió a repetir que don Bosco no veía o no conocía las cosas secretas>>. Contaba Pedro Enría: -Confióme un compañero que en cierta ocasión cometió una falta grave y no quería dejarse ver por don Bosco. Pero que, habiéndose encontrado casualmente con él, oyó que le decía con paternal afabilidad: -íNo te atreves a dejarte ver, porque has cometido un pecado! -Y se lo refirió detalladamente. Nadie en absoluto hubiera podido enterarse de su falta por lo que, aturdido y arrepentido, rogó a don Bosco que lo oyera en confesión y cambió de vida. Otras veces, durante el recreo de después de la cena, acercábase don Bosco a uno, decíale unas palabras al oído y éste, apenas (**Es6.350**))
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