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((**Es6.297**) diríamos racionales, para la buena marcha del Oratorio, sugeridos por el continuo estudio de la vida común, la agudeza de su ingenio y su larga experiencia. Estos los exponía en conferencias a los superiores de la casa, a quienes decía a menudo: -Para el prestigio de vuestra palabra y para que obtenga el efecto deseado, es necesario que cada superior destruya en toda circunstancia el propio yo. Los muchachos son finos observadores, y si advierten que en un superior hay celos, envidia, soberbia, manía de aparecer y de sobresalir, está perdida su influencia sobre su espíritu. La falta de humildad perjudica a la unidad; el amor propio de un Superior arruina un colegio. íAh, sí! Siempre florecerán los antiguos tiempos del Oratorio, si no se tiene más mira que la gloria de Dios; si, por el contrario, buscamos la nuestra, nacerá el descontento, la división y el desorden. Los hermanos deben formar un solo cuerpo con el Superior y éste un solo corazón con todos sus subordinados, sin segundas intenciones que no sirven para nuestro ((**It6.390**)) santo fin. Por esto les recomendaba tuvieran gran mesura en las palabras al tratar con los hermanos y demás personas subordinadas. -Para mandar, repetía, hay que emplear siempre estas u otras expresiones semejantes: -Podrías hacerme el favor? Quieres hacerme una cosa grata? Estarías dispuesto a hacerme un favor? Te vendría bien hacer esto? No hay que usar nunca la voz de mando; no se diga jamás yo quiero, ni se manden cosas superiores a las fuerzas de un individuo, perjudiciales para la salud, o contrarias al bien espiritual de aquél a quien se quiere inducir a una obra o aceptar un cargo. Inculcaba a los maestros: -Sed los primeros en llegar al aula y los últimos en salir. -Cuidad con particular atención a los más atrasados. -Para la ación escolar no contéis con el comportamiento de vuestros alumnos en el recreo. -No echéis nunca del aula a los muchachos negligentes y tolerad mucho su disipación. -La víspera de las fiestas anunciadlas brevemente con una exhortación a la comunión, al terminar las clases de la tarde. Es mucha la influencia de la palabra del maestro sobre los alumnos, cuando éstos le quieren. -No se lean las calificaciones de conducta los sábados, para no disminuir la frecuencia y serenidad de las confesiones con el mal humor de los que la tuvieran baja. Los domingos por la tarde sustitúyase la lectura del libro recreativo, que suele hacerse en el salón de estudio durante el último cuarto de hora, por la de un capítulo del Reglamento, que sirva de recuerdo para perseverar en los buenos propósitos hechos por la mañana. (**Es6.297**))
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