Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es6.287**) ha sido muy amable con nosotros. Nos regaló Lombardía y nosotros, como muestra de gratitud, le hemos regalado sesenta millones, no para compensarle de los gastos hechos, sino para que dé una comida a sus soldados a nuestra salud. Bien entendido: tomarán parte en esta comida solamente aquellos que no murieron en batalla, ya que los muertos no necesitan nada, como no sea un Requiem aeternam. ((**It6.375**)) VII Cierto e incierto -Deseos de paz -Temor a la guerra -Un sermón -Tristes presagios. Puede que alguno de vosotros me pregunte: -Hombre de Bien, este año tendremos paz o guerra? Os contestaré entre lo rto y lo incierto. Es cierto que si los hombres no hacen la guerra, nosotros tendremos paz; también es cierto que si los hombres hacen la guerra, no tendremos paz. De manera que la paz y la guerra están en manos de los hombres. Digo esto discurriendo al estilo de un almanaque. Pero si he de manifestar mis deseos, diré de todo corazón: -De toda guerra libera nos, Domine (Iíbranos Señor); Señor, danos la paz per omnia saecula saeculorum (por los siglos de los siglos). Porque es horrible ver a jóvenes sanos y robustos, fuertes como Sansón y que son en sus casas la delicia de la familia, lanzarse unos contra otros, dispararse cañonazos, fusilarse, traspasarse a bayonetazos, degollarse, desgarrarse las carnes y morir en medio de los campos como las fieras. íAy, es algo de horror! Todos los que tomaron parte en una guerra o que saben qué es la guerra, dicen: -de toda guerra libera nos, Domine, estos son mis más vivos deseos. -Pero, cuáles son tus presentimientos, Hombre de Bien? Qué piensas tú de todo esto? Tendremos paz este año o tendremos guerra? -Si queréis saber mi pensamiento de buen amigo, os lo diré. Os anticipo que no puedo aseguraros que las cosas sucedan como yo pienso. Sólo os diré cómo pienso y cómo temo que suceda. Prestadme, pues, atención. Temo que en el presente año haya guerra otra vez. Mi profecía se apoya en lo que decía mi madre. Recuerdo que ella, cuando vivía todavía, siempre decía: La guerra es un azote que Dios manda a los hombres por sus pecados. Los pecados se cometen todavía. Os aseguro que cuando estuve con los soldados, encontré entre ellos a muchos buenos que se encomendaban al Señor. Pero oí a otros hablar mal de la religión, contra el Papa, contra los obispos, contra los curas. Oí a otros que blasfemaban cuando peleaban, cuando ((**It6.376**)) estaban heridos, y hasta cuando morían. Y oí blasfemar en francés, en italiano y en piamontés. Al volver de la guerra a casa, me figuraba que iba a encontrar las iglesias atestadas de gente, dando gracias a Dios por haber cesado la guerra. Por el contrario, me encontré a muchos descontentos, que parecían desear (íbobalicones!) más la guerra que la paz. Pero lo más grave es que seguían oyéndose por todas partes blasfemias e imprecaciones mucho más impías que entre los soldados. Se trabaja y se manda trabajar en los días festivos. Se predican sermones y muchos no van; hay sacerdotes y confesonarios y muchos por no causarles molestia, muchos (que no son herejes ni judíos) se acercan rara vez, y no pocos no van nunca a confesarse y algunos llegan al extremo de burlarse del bien que otros hacen. íTontos de capirote! Creéis que el Señor es una marioneta y que proclamó sus (**Es6.287**))
<Anterior: 6. 286><Siguiente: 6. 288>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com